La marcha por el día del orgullo LGBTI arrancó con la llegada del alcalde de Quito, Pabel Muñoz. El burgomaestre arribó hasta la avenida Amazonas y Cordero, en el sector La Mariscal, para caminar rumbo a la avenida Patria, donde finalizaría este evento programado para este sábado 1 de julio.

Entre la multitud que se dio cita a este evento estuvo en primera línea una mujer que cargaba una pancarta con la leyenda: “abrazos de mamá”. Se trata de Ximena Gordillo, mamá de dos chicas bisexuales y maestra de literatura de una unidad educativa de la capital.

“Regalo abrazos de mamá a todo aquel que los necesite. Es una muestra de apoyo para quienes son excluidos. Yo apto a mis hijas y a mis estudiantes, ya que cada año al menos uno de ellos es diferente. La sociedad necesita comprender que amor es amor y que debemos ser más tolerantes y no discriminarlos”, recalca la mujer antes de sumarse a la travesía que aglutina a cientos de personas, entre marchantes y espectadores.

Más adelante, en medio de una comparsa está la Miss Transformista de Ecuador, Dakotta Delta. Asegura que se convierte en mujer para eventos como estos o en donde representa a esta figura, pero es hombre.

Cuando está fuera de los trajes, maquillaje y vestidos de encajes y colores estridentes se dedica a impartir clases de cultura física en un colegio y también es cosmeatra. Ahí ella es Samael Noroña.

“Con esta marcha lo que buscamos es dar visibilidad a los trans, que significa llegar a la máxima feminidad. Como sociedad nos falta mucho y en tema de políticas públicas mucho más en salud pública. El promedio de vida de un trans es de 35 años. En el campo laboral también se necesita rigurosidad desde el Estado porque hay discriminación”, dice Dakota.

A un costado de la extensa avenida Amazonas también estuvo Astrid Schneider, alemana y residente de Quito desde hace 10 años. Mientras compraba una bandera a un comerciante informal, empuñaba con dificultad dos correas con las que sujetaba a sus mascotas: Lino y Lucy.

En su pecho llevaba una camiseta donde decía que ama a su hijo gay. Ella cuenta que este mensaje se refiere a su perro, quien se enamoró de otro macho hace tres meses.

“Vengo a apoyar para que todos vivan en libertad. El primer amor de Lino fue con un perro y esto muestra que es lo más natural del mundo”, añade.

Pero este evento por la igualdad de los derechos también se convirtió en un espacio de activación económica para aquellos que viven del día a día, como Franklin Rosero y Mireya Bolaños, una pareja de esposos que conocían que esta marcha se realizaría este 1 de julio y desde hace un mes confeccionaron 100 banderas con los colores alusivos al movimiento LGBTI.

“Llegamos a las 14:00, desde el norte de la ciudad. En una hora y media hemos vendido 30 banderas. Con mi esposa las hicimos. Ella cortó la tela y les cosió los bordes para que no se deshilen y yo puse los pinchos para sujetarlas desde ahí. Esperamos que Dios nos bendiga y vendamos todo. Estos espacios nos ayudan mucho porque de esto comemos”, concluye el comerciante.

La marcha avanzó pasadas las 15:30 y en medio del jolgorio, pancartas de respaldo, pitos, bubucelas, carros alegóricos y camiones decorados con tonos rojo, naranja, amarillo, verde, azul y lila el programa se desarrolló con normalidad.