Ya casi es mediodía. El flujo vehicular y peatonal no disminuye en la avenida de La República, norte de Quito. El comercio está despierto, en algunos locales, desde las 08:00, pero en otros, la tranquilidad reina hasta las 17:00, cuando la farra nocturna se activa.

Esta arteria compuesta por 19 cuadras y cerca de 500 locales comerciales es el nuevo nicho económico y de diversión nocturna, para oficinistas y estudiantes universitarios que llegan desde diferentes puntos de la ciudad, para consumir las novedades que ofrece.

De La República tiene 2,67 kilómetros de longitud. En el norte inicia en la intersección de las avenidas 10 de Agosto y Naciones Unidas, frente a la Plaza de las Américas. Sobre el sur, halla su fin en la avenida 6 de Diciembre. En el este se asienta uno de los pulmones más importantes de Quito, el parque La Carolina y sobre el oeste se identifica con uno de los centros comerciales más grandes e importantes de la capital.

En todo su trayecto es posible identificar negocios antiguos, reconocidos y también nuevos. La oferta es variada, pero completa. Desde una peluquería canina, de humanos, centros médicos, hoteles de lujo, centros de oficinas públicas y privadas, gimnasios, tiendas, plazas de comidas, restobares temáticos e incluso discotecas de ‘caché’, se encuentran entre las manzanas que la conforman.

Mariana Flores, una de las más antiguas residentes, dice que esta avenida es una minimetrópoli a la que se le augura un crecimiento económico favorable.

Flores también recuerda que hasta hace una década, la vía no era tan desarrollada como hoy. Era una zona residencial y de pequeños negocios básicos para un barrio no pasaba.

“La demanda de arriendos ha crecido en el sector. Son contados los locales disponibles para arriendos. Desde el año pasado todo se reactivó y a estas alturas los nuevos todavía permanecen”, agrega.

Es viernes. 13:00. Sobre la esquina de la calle Inglaterra y de La República, un hombre resalta las letras del menú que reza sobre un tablero de tiza. ‘Resto Bar 88’, se lee en un letrero destacado. Melissa Navarrete es una de las administradoras. Ella cuenta que llegaron en octubre de 2022 con una propuesta novedosa: comida temática sobre videojuegos.

Su oferta se orienta hacia aquellos amantes de los juegos tradicionales de video, quienes mientras esperan su comida rápida, pueden hacer uso de las consolas en las salas temáticas del edificio.

En tres meses, esta emprendedora ha recibido la aceptación del público más de lo que aspiraba. En un día promedio recibe hasta 60 clientes y en el mejor supera los 100.

“Esta es una zona estratégica. Pese a que el tráfico es pesado eso nos ayuda a que la gente nos vea mientras está detenida. Es como una vitrina. Lo que sí nos hace falta son parqueaderos y más seguridad en las calles”.

La fiesta y centros de esparcimiento nocturno también tienen su espacio en al menos tres cuadras hacia el sur, desde la avenida Eloy Alfaro.

En una plaza múltiple, frente a la calle La Pradera, está Matías Tello con su grupo de amigos. Todos universitarios. Mientras algunos comen, otros fuman las tradicionales pipas.

Ellos revelan que tras la “extinción de La Foch (en La Mariscal), encontramos nuevas huecas y mejores por el sector”. “Esperamos que llegue la noche para irnos a unas discotecas que están cerca. Queremos celebrar el fin de semestre. Son súper buenas y la seguridad es genial. Esta zona se prendió desde hace unos 3 años y nada que ver con otros lugares”, finaliza el joven.