Personal técnico trabaja en la reparación de la tubería dañada por el deslizamiento en Carigán.
Personal técnico trabaja en la reparación de la tubería dañada por el deslizamiento en Carigán.CORTESÍA

Deslizamiento en Carigán deja sin agua a la mayoría de Loja desde el sábado

Técnicos trabajan a contrarreloj; las familias esperan con baldes en mano el paso de los tanqueros

Desde el mediodía del sábado 7 de junio, el silencio de las llaves secas en los hogares lojanos se ha vuelto una constante. La ciudad, acostumbrada al sonido del agua corriendo por los grifos, ahora convive con la espera, los recipientes vacíos y la incertidumbre. Un deslizamiento de tierra en el sector Shucos, producto de las fuertes lluvias, provocó el colapso de la tubería de acero que transporta el líquido vital desde el sistema Carigán, dejando sin abastecimiento al 70 % de la población.

Ángel Rentería, director de la UMAPAL, explicó que se trata de una de las principales líneas de conducción de agua cruda hacia la planta de tratamiento. “Esta tubería tiene una capacidad de 500 litros por segundo. El daño fue provocado por un deslizamiento en un talud compuesto de material arenoso, lo que generó la pérdida de la base de la tubería”, detalló desde el sitio de los trabajos, donde se evidencian los estragos del terreno inestable.

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Desde el mismo día de la emergencia, el personal técnico y la maquinaria municipal se desplegaron para iniciar la estabilización del talud y la reposición de aproximadamente 80 metros de tubería afectada. Las labores se realizan en una zona de difícil acceso y con condiciones climáticas adversas, por lo que el trabajo se ha organizado en dos turnos de doce horas.

Técnicos trabajan sin descanso para reparar el daño

Rodrigo Carrión, uno de los soldadores en el frente de trabajo, relató: “Estamos aquí desde las siete de la mañana hasta las siete de la noche, armando la plataforma y haciendo los cortes de la tubería dañada. Hay muchos riesgos, el terreno es inestable y está lloviendo constantemente, pero estamos avanzando”.

Freddy Inga

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Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, en los barrios altos y periféricos, la rutina cambió. María Pineda, moradora del sector El Capulí, contó que llevan tres días sin una gota de agua en sus casas. “Nos toca esperar a los tanqueros. Ayer nos repartieron un poco, pero no alcanza para todos. Tengo que ahorrar para cocinar y para mis tres hijos. Es duro, sobre todo cuando uno tiene niños pequeños”, expresó mientras llenaba dos baldes junto a sus vecinas.

El municipio ha activado un plan de contingencia que incluye el funcionamiento de diez estaciones de bombeo, la utilización de caudales emergentes y el envío de tanqueros a los sectores donde no es posible llegar por las redes convencionales. Sin embargo, la demanda es alta y no todos los barrios reciben agua con la frecuencia esperada.

Las autoridades esperan que en diez días más se pueda concluir con la reparación de la tubería. Mientras tanto, la vida en Loja transcurre con pausas, baldes en fila, ollas a medio llenar y vecinos organizados para compartir lo poco que llega en los tanqueros.

La emergencia ha dejado al descubierto la fragilidad del sistema hídrico de la ciudad, así como la importancia del trabajo conjunto entre técnicos, autoridades y comunidad. En medio de la escasez, la solidaridad también fluye, aunque a gotas.

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