Transcurrieron apenas unos días para que la advertencia de apagones, disfrazada por el Gobierno de “desconexiones temporales”, se cumpliera. Los cortes del servicio que se iniciaron el domingo sorprendieron porque no fueron anunciados, lo que genera preocupación acerca de la gravedad del problema y la escasez de soluciones. Una salida pudo haber estado en la Ley Energética que aprobó recientemente el Gobierno, pero expertos poco esperan de esta normativa.

Facilitar el autoabastecimiento, que permite que las propias empresas privadas puedan financiar y construir redes e infraestructura para generar electricidad para consumo propio, podría ayudar a suplir el déficit energético creado por los problemas de estiaje y menor provisión del recurso de parte de Colombia. No obstante, la norma en vigencia traba la participación del inversionista, algo carente de lógica cuando el Estado lo que menos tiene es recursos para impulsar obras. El Gobierno debería replantear esta participación y dar facilidades para que la solución venga de otros sectores, que podrían dar visos de remedio a los racionamientos eléctricos, que afectan el diario vivir de las personas, los negocios y la producción, y con ello la dinámica económica que urge potenciar en el país. Si no resuelve el problema, al menos lo atenúa.