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Fútbol, unidad, gozo y estado-nación

Avatar del Willington Paredes

¡Viva el Ecuador que vibró, revivió y proyectó en el rodar de esa pelota que nos llenó de alegría!

La historia tiene hechos sociales que recrean las naciones. La tricolor de fútbol nos sacó del Ecuador polarizado de neoliberales delirantes e izquierdistas idiotizados. Los estados nacionales son imaginarios colectivos que se legitiman históricamente. El fútbol trabaja en esa línea. Crea efectos míticos y mágicos de espectáculo y misterios que tejen la unidad nacional, la cohesiona, refrendan y dan proyección social.

Ecuador tiene acciones deportivas que nos unen más. En natación lo hicieron los Cuatro Mosqueteros (1938); en tenis Pancho Segura, Miguel Olvera, Andrés Gómez; en atletismo Jefferson Pérez; en pesas Neisi Dajomes, Angie Palacios, etc.; en ciclismo Carapaz, etc. Todo el país se reconoció en sus triunfos. Ellos nos hicieron sentir el ser y pertenecer al Ecuador. Pero es el fútbol el que más ha contribuido a la proyección del estado-nación. Es escuela de civismo y positivo nacionalismo colectivo. Por eso desde las tribunas surgió el grito: ¡sí se puede!, que decimos todos. Es una consigna de gran significado que solo tiene sentido si comprendemos que: ¡SÍ podemos triunfar unidos!

En su accionar no hay ideologías políticas, clases sociales, regionalismos, etnocentrismos, estatismo, etc. Todos somos la Tri. Vibramos con sus triunfos. Esto no lo comprende la ignorante clase política. Peor los radicales del etnocentrismo indígena. La Tri ha dado lecciones para saber que desde ellos se da más unidad construida sin intereses ni ambiciones políticas. ¡Viva el Ecuador que vibró, revivió y proyectó en el rodar de esa pelota que nos llenó de alegría!

Un director técnico argentino fue maestro-padre de jóvenes futbolistas que nos hicieron vibrar con el amarillo, azul y rojo. No produjeron temor destructor como los paros sino que con el canto del himno, la bandera y su juego nos dieron alegría. Esto es bueno comprenderlo hoy más que nunca para saber dónde están y qué hacen los que unen, y los que destruyen al país. Transcribo “El gracias selección por el ejemplo” que me remitió un colega: “La selección nacional de fútbol, su capitán, Enner Valencia, el Niño Moi y todos los jugadores son la reserva moral y de dignidad de la nación y representan la antítesis de esta politiquería mafiosa que nos desgobierna”. Esta es otra historia.