Apariencia de mal derecho

La función de tutelar derechos, jamás puede corromperse para apañar situaciones manifiestamente ilegales
Otro fallo judicial, otro escándalo. Ni siquiera el bombazo de sentencia que dictó la Corte Constitucional la semana pasada (que “revivió” el nunca muerto delito de prevaricato para los jueces que proceden contra ley expresa en asuntos constitucionales) detiene que, en ciertas ciudades, ciertos jueces, hagan ciertas cosas, para ciertos abogados, con ciertos clientes.
Por vez número mil, Jorge Glas fue bendecido con esas ‘milagrosas’ decisiones judiciales. Esta vez, a cuenta de una medida cautelar autónoma (constitucional), un juez de Yaguachi hizo pelo y barba con la restitución de sus derechos políticos y su habilitación para candidatizarse en estas elecciones. Así se lo ordenó al CNE, sin importarle si con ello hacía tabla rasa de condenas en firme y sus consecuencias legales.
Las medidas cautelares autónomas están diseñadas para evitar amenazas de violaciones a derechos constitucionales. Deben servir como una potente herramienta para frenar los abusos de poder antes de que ocurran. Por ello, por la inmediatez y urgencia con la que deben ser atendidas, basta con presentar una petición con el relato creíble de una situación apremiante -sin necesidad de pruebas- para habilitar al juzgador a que actúe como garantista, y evite aquello que amenaza con daño. Sí, la famosa “verosimilitud”.
Pero ningún sistema de justicia en el mundo se sostiene a base de mentiras, engaños y ocultamiento de información. La falta de sanciones ha hecho creer que en el Ecuador el que más tuerce lo que dicen las leyes es el más astuto. Y como nunca pasa nada, la ‘receta’ se repite.
Esos fraudes disfrazados de peticiones “verosímiles” para provocar medidas cautelares favorables, son lo opuesto a la apariencia de buen derecho. Son sinónimo de actuar en abuso del derecho, desnaturalizando estos dispositivos de tutela.
Aquí el filtro lo tienen los jueces. La función de tutelar derechos jamás puede corromperse para apañar situaciones manifiestamente ilegales. Peor aún, que la justicia constitucional se vuelva una justicia clientelar.
Lo paradójico es que ese mismo sistema, para los mortales -sin padrino- es diametralmente opuesto. Ahí la cara de la justicia es siempre un rotundo no.
Ojalá la respuesta de Fiscalía al juez de Yaguachi prevenga a los que aún creen que están por encima de la ley.