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Diana Acosta-Feldman: Cadáver político

Avatar del Diana Acosta

El poder es efímero y más aún cuando se abusa de él para destruir y acabar con quien se ponga en su camino

Constantemente, los ecuatorianos somos testigos del ocaso de líderes políticos por diversas razones, como la pérdida de representación política, por la falta de conexión con la ciudadanía, donde el voto se les vuelve cada vez más esquivo y la descalificación popular los castiga por hechos irregulares.

Otro error garrafal que perpetran los políticos es la falta de estructura en los partidos y movimientos, porque los resultados y glorias dependen exclusivamente de sus caudillos y cuando el personaje central, el patrón, pierde estelaridad y entra en el ocaso de su vida política, se terminan desgranando, como lo estamos divisando en la Asamblea.

Suscribo, no hay cadáveres políticos, sin embargo, hay algunos que definitivamente actúan en modo zombi, sin aceptar que hace rato expiraron.

Los últimos resultados electorales nos confirman el declive gradual de una fuerza política que en su momento tuvo preponderancia sobre otras, el correísmo, que como tusa se desmenuza a punta de camisetazos a favor del mejor postor, y prueba de ello son las deserciones que han ocurrido recientemente en la Asamblea, donde algunos verde flex han decidido migrar a otras orillas, iniciando el desgrane de esta agrupación.

Con seguridad, los hechos irregulares sentenciados contra buena parte de sus cuadros principales, que incluso declaran como domicilio La Roca, le han pasado factura, por lo que tendrán cuesta arriba lograr un resultado favorable en las próximas elecciones.

Conclusión, el poder es efímero y más aún cuando se abusa de él para destruir y acabar con quien se ponga en su camino.

El desplome actual de los caciques y líderes políticos ecuatorianos es una buena lección para todos quienes ocupan cargos de poder en el sector público, porque el mundo da vueltas, ergo, sus acciones serán juzgadas y tendrán consecuencias en el futuro.

Los líderes políticos caudillistas tienden a pensar que tienen el mundo a sus pies y pierden la noción de dónde vinieron y para lo que fueron elegidos. Recuerden: el poder no dura para siempre.