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Abelardo García: Daño colateral

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Los que forzaron la reducción de la educación particular al 10 % de la oferta pedagógica nacional estarán de plácemes

Los que forzaron la reducción de la educación particular al 10 % de la oferta pedagógica nacional estarán de plácemes. La provocaron y mucho hicieron en su tiempo: desaparecieron casi todas las instituciones de servicio popular, asfixiándolas económicamente, obligándolas a ser sustentables cuando sus simbólicas pensiones no sostenían su presupuesto, o compitiendo engañosa y malamente con ellas.

Encarecieron con normas de todo tipo a los otros sectores y destruyeron la autoridad institucional, minando así su economía y respetabilidad.

Mas, a todo aquello ya cruel, se sumó la pandemia con sus estragos. Nuevas corrientes familiares de sobreprotección priorizaron la cercanía geográfica a la búsqueda de calidad; los golpes de la economía nacional afectaron a la clase media, restándole posibilidades, privilegiando lo barato sobre lo mejor.

La baja sensible de la población infantil a escolarizarse y la aparición de la corriente de ‘no hijos’ complica más la situación y cambia el mapa socioeducativo del país, sobre todo cuando Dios no es buscado ni una prioridad.

A esto se suma la inseguridad, que lleva a maleducar hijos, constriñéndolos a espacios reducidos en barrios y ciudadelas para que sean atendidos sin visión ni objetivos, impidiendo así el desarrollo de su personalidad.

Las extorsiones y vacunas, que anulan actividades económicas y llevan a la fuga del país a muchas familias, suman también a ese desmedro y debilitamiento de la educación particular.

Por otro lado, las pseudocorrientes que etiquetan como tradicionales a las instituciones que aún se atreven a trabajar fuertemente en valores y principios éticos y nacionales, llevan a padres a buscar escuelas más descomplicadas, con menos carga formativa y exigencias académicas, sin reparar en que muchas de esas instituciones de congregaciones y templos están más a la vanguardia en ciencias y tecnología que muchas que se anuncian como actualizadas.

Así, la educación particular resulta víctima de daño colateral de la corrupción, inseguridad, sobreprotección y el antivalor.