Hago un llamado a los patriotas de EE. UU. sobre un momento de su proceso electoral que merece ser criticado. ¿Por qué? Porque luego de que se contaron más de 100 millones de votos, el candidato que estaba obteniendo menos votos pidió que “paren el contaje”. Esto sí habría sido un fraude al anular la votación de millones que votaron por correo.
Luego el candidato con menos votos, el presidente Trump, sin aportar prueba de fraude sistemático, que afecte al resultado total, repite varios días que le están robando las elecciones por haberse usado a consecuencia de la epidemia la votación por correo en la que históricamente no se registran fraudes masivos.
¿Cuál es el efecto de la repetición de este infundado supuesto por parte del presidente de EE. UU.? 1. Que fomenta que millones de fanáticos promuevan otra guerra civil, aunque sea en uno de sus decenas de estados. 2. Alentar a un país enemigo a cometer otro acto demencial como el derribamiento de las torres gemelas de Nueva York., suponiendo que es propicia la polarización airada de EE. UU., que hoy traslada la imagen de un país dividido. 3. Que EE. UU., ejemplo centenario de orden democrático, donde cada estado tiene su propia Corte Suprema de Justicia y su sistema consagrado de recibir y contar sus votos, deje de ser un ejemplo motivador y confiable para millones de hombres de varios continentes, algunos gobernados por caníbales y otros por brujos, que aspiran para sus países un régimen democrático, mostrándose como un país desordenado cualquiera. La Corte Suprema Federal de Justicia de EE. UU. no tendría facultad para interferir en un proceso electoral: ¿en qué medida, al impedir el contaje de los votos en la contienda electoral entre Gore y Bush - contaje que es la única forma de conocer cuáles votos son válidos y cuáles nulos, esa Corte causó indirectamente la guerra injusta contra Irak?
La conducta del presidente Trump en la derrota es, ante todo, inexcusable acto de mala educación. El hombre más notable de la primera mitad del siglo 20, Winston Churchill , por haber liderado la Segunda Guerra Mundial, terminada la guerra sufrió austeramente una derrota electoral. Turenne, héroe de Francia, dijo: “Es preciso haber sido derrotados dos o tres veces para poder ser algo” (perdió la vida en la batalla de Salzbach, en 1675). Valle Inclán relievó que hay derrotas gloriosas: “Lo mismo da triunfar que hacer gloriosa la derrota” (Sonata de Estío). Estos son los ejemplos que requiere la humanidad.
Jaime Damerval