¡A pesar de que nos urge un cambio estructural, nada va a cambiar!

La compleja situación de orden público y deterioro de la seguridad no pueden seguir desapercibidas. Ciertas autoridades nos distraen con informes maquillados de la violencia endémica y criminalidad, en clara demostración de irresponsabilidad e ineptitud. Mientras la sociedad sufre, la especulación en las futuras elecciones entre partidos y movimientos políticos aumenta, pero no en acuerdos sobre programas y proyectos que permitan solucionar ni analizar los graves problemas que condicionan la vida nacional, sino en la diatriba personal burda, mezquina y con frecuencia demagoga. La violencia, el odio y la sed de venganza se han convertido en los últimos 15 años en el paradigma de la política. No hay innovación, compromiso ético, ni piedad, en especial para la inmensa mayoría de gente pobre. La justicia no recupera lo robado, la corrupción e impunidad persisten, el narcotráfico no cede, el hambre aumenta por falta de empleo; suben las muertes violentas en medio de la incomprensión de quienes tienen que velar por la seguridad. Todo va en detrimento de la legitimidad del Estado. Necesitamos verdaderas estrategias para contrarrestar la violencia endémica y la criminalidad, y persiste la aplicación de fórmulas probadamente ineficientes e ineficaces. No existe deseo real de solucionar la inseguridad, sino mantener el ‘statu quo’ para no perder beneficios. Los políticos en la Asamblea muestran que pese a que urge un cambio estructural profundo, nada va a cambiar.

Ec. Mario Vargas Ochoa