Cartas de lectores | Jorge Glas, el ‘preso político’

Con este historial, resulta inverosímil que se lo considere un preso político, como sostiene Gustavo Petro

Así definió a Jorge Glas Espinel el presidente de Colombia, Gustavo Petro, durante su visita a Ecuador para la posesión de Daniel Noboa Azín. Petro, economista y exguerrillero del M19, dijo venir a solicitar la liberación de presos políticos colombianos, sin mencionar su negativa a reconocer el triunfo de Noboa. Más bien, comparó a Ecuador con Venezuela al señalar irregularidades electorales.

Jorge Glas, ingeniero eléctrico de 55 años, fue vicepresidente del Ecuador entre 2013 y 2018 en los gobiernos de Correa y Lenín Moreno. Fue condenado en 2017 por asociación ilícita y en 2020 por cohecho agravado por su vínculo con Odebrecht, recibiendo penas de 6 y 8 años. En 2022 salió en libertad gracias a un ‘habeas corpus’ fraudulento dictado por el juez Emerson Curipallo, quien deberá pagar multas y devolver los $ 200.000 entregados por Glas.

Como otros correístas presos, Glas intentó evadir la cárcel con huelgas de hambre, enfermedades fingidas y solicitudes de traslado. Médicos lo diagnosticaron como sano, incluso soportó un trasplante de pelo con anestesia general. En julio de 2023 apeló al art. 230 del Código Orgánico de la Función Judicial -COFJ- pidiendo rebaja de pena, y tras cinco fallos favorables en 14 meses, se aceptó que la mayor pena absorbiera a la menor, quedándole 2 años y 11 días. En libertad condicional, el 17 de diciembre de 2023 ingresó como huésped a la embajada de México. El 6 de abril de 2024, la policía lo detuvo allí por peligro de fuga. Hubo protestas de Cuba, Nicaragua, Venezuela y Colombia. Correa incluso pidió a López Obrador invadir Ecuador por el puerto de Guayaquil para liberar a Glas.

Ahora Glas enfrentará juicio por peculado por desviar $3.000 millones de fondos de reconstrucción tras el terremoto de 2016. Según la fiscal Diana Salazar, como presidente de la Reconstrucción, Glas favoreció obras innecesarias, como la carretera Manta-Colisa, valorada en $ 68 millones, pese a haber cientos de proyectos prioritarios. Con este historial, resulta inverosímil que se lo considere un preso político, como sostiene Gustavo Petro.

Carlos Mosquera Benalcázar