Cartas de lectores | La existencia, en riesgo

La gran diferencia ahora estriba en que una confrontación a nivel mundial afectará al último rincón del planeta

Como nunca antes desde su independencia, los Estados Unidos se encuentran en una situación política tan parecida a la de los países sudamericanos, acostumbrados a elegir soberbios, mitómanos, avaros, cleptómanos. Me expreso así no por ganas de meterme en los asuntos de otro país, sino porque desde su independencia, en 1777, supieron llevar ese espíritu de democracia, de libertad, de respeto a sus instituciones como ningún país del mundo lo ha logrado. La revolución francesa terminó con un Napoleón en el poder; la República de Weimar con un Hitler, y ahora otro gran país ha terminando su experiencia democrática. (No lo nombraré porque no me interesa recibir contestación de su representante).

El mundo está entrando en una vorágine de conflictos externos cuyas justificaciones son muy parecidas a las utilizadas por Napoleón o Hitler, y que sirvieron para que sus conciudadanos apoyen y participen en esos conflictos (quienes no apoyaban o participaban, o peor aún se oponían, eran eliminados).

La historia nos enseña como se han desarrollado totalitarismos, absolutismos, explotaciones humanas, exterminios humanos, pero lastimosamente no aprendemos nada, y volvemos a repetir siglos tras siglos los mismos errores que desembocan en terribles sufrimientos.

La gran diferencia ahora estriba en que una confrontación a nivel mundial afectará al último rincón del planeta, por la existencia de las bombas nucleares.

La historia nos enseña que jamas la codicia, la avaricia y la lujuria han visto frenadas por consideraciones humanas. ¿Qué nos hace creer que ahora, ante la eventualidad de la destrucción mutuamente asegurada, no haremos uso de la fuerza nuclear?

David Ricaurte Vélez