Cartas de lectores: Sobre Estados Unidos y Trump
Sí importa lo que la otra mano hace, así la derecha esté haciendo las cosas bien
Es cierto que no se debió llegar al absurdo de discutir sobre cuántos géneros existen y cómo los distinguimos. Por si caben dudas acerca de dónde estoy en esto, evidentemente hay dos y punto, y en cuanto a cómo distinguirlos usaré una analogía ganadera: si los parió es vaca y si los germinó es toro, y punto. Tampoco debimos haber llegado al punto extremo de sentirnos tan culpables por tener lo que tenemos, venir de donde venimos y ser quienes somos.
No es justo ni práctico compensar culpas entre géneros, entre generaciones, razas, religiones, porque al hacerlo llegamos al extremo de luchar por el premio al más sensible o al más victimado, llegar al colmo de declararle ganador al que más llora o al que más se ofende. Podemos propender a la igualdad de oportunidades en educación, nutrición y empleo, que no es lo mismo que igualdad de resultados.
En condiciones de absoluto equilibrio y asepsia habrá un resultado desequilibrado más allá de la igualdad de oportunidades y eso no es culpa de nada ni de nadie y no podemos pasarnos toda una eternidad buscando culpables o reparaciones. No obstante, tampoco entiendo un mundo en donde el líder del mundo libre, del país al que muchos volteamos a ver por dirección, apoyo, ecuanimidad, y hasta oportunidad y generosidad, pacta con Corea del Norte, Rusia y Arabia Saudí como lo haría el peor de los mafiosos en las películas de gánsteres.
Los valores y principios ya no importan. ¿No importa lo que hago con la mano izquierda porque me gusta mucho lo que hace la derecha? Pacto con el que da más, así sea un asesino a sangre fría. Los tres regímenes que he referido tienen a personajes de ese perfil como líderes. ¿Qué diferencia habría si EE.UU. pactara con Maduro, Correa o Díaz-Canel? Apenas han sido unas pocas semanas, pero a mi no me gusta nada la dirección que ha tomado el país donde entre sumas y restas viví casi 10 años y donde tengo vínculos de familia y amigos con los que completo fácilmente 100 años.
En nombre de corregir todo lo malo, lo perverso y retorcido que ha habido hasta aquí, ¿vale la pena convertir a EE.UU. en el país que porta la bandera del lado oscuro? No creo; no es necesario hacerlo para corregir lo malo que había. Sí importa lo que la otra mano hace, así la derecha esté haciendo las cosas bien.
Esteban Serrano Monge