Burbuja

Era muy común hace no muchos años que entre mayores se quejen de que muchos de sus hijos vivían en “burbujas”, encerrados en sus habitaciones frente a una pantalla sin que se enteren ni les interese lo que sucedía en el “mundo real”. Nadie sabía cómo es que desde una simple computadora se accedía a entornos virtuales donde chicos conversaban sobre su vida y vivían en un mundo paralelo. Fue pasando el tiempo y estos padres vieron que sus hijos se enteraban de cosas del mundo incluso más rápido que ellos y cuando comentaban las noticias que eran novedad, los jóvenes ya las estaban olvidando pues habían recibido un sinfín de información a través de plataformas a la que los adultos consideraban casi brujería. Más adelante la tecnología se volvió barata y relativamente accesible; lo que se hacía en costosas computadoras ahora se hace desde económicos celulares. Luego, una vez que los adultos lograron con mucho esfuerzo utilizar estos aparatos, al menos para poder hacer llamadas telefónicas, aparecieron las redes sociales y nuevamente cambiaron todo. Ahora la “burbuja” se extendió al punto que ya no era necesario salir de ella para conocer cualquier cosa que acontecía en el mundo y mucho más rápido que cualquier medio tradicional. Hoy estos mayores, que antes no tenían ni idea de qué sucedía en el mundo virtual al que llamaban burbuja, los que han querido entrar a la fuerza en él, con el afán de captar votos, realizando actos ridículos en redes como Tik Tok, creyendo comprender a los seres que siempre fueron incomprendidos porque si estaban en su burbuja era justamente para alejarse de ellos. Asimismo, hemos visto a mentes brillantes, enciclopedias caminantes, que en reuniones virtuales, ahora cada vez más recurrentes y necesarias debido a la pandemia, no tienen idea de cómo activar un micrófono en una reunión de Zoom, y tienen que llamar a un nieto para que les resuelva con un clic y una mueca de conmiseración ese gran problema que esperan solo sea temporal. Lamentablemente para muchos, la tecnología llegó para quedarse y la burbuja terminó abarcando todo el mundo, hoy tan difuso e incompresible, en especial para quienes pensaban que sabían todo.

Francisco Ramírez Parrales