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¡Que viva México! Película de Netflix
En su papel de Mari, Ana de la Reguera es la perfecta esposa figurete y fifí.Instagram @quevivamexico_cabrones

¡Que viva México!, como en la época de oro del cine mexicano

Esta cinta que se puede ver en Netflix es llamativa, interesante e incisiva, también incómoda y molesta, además de gozar de excelencia fílmica

Pancho y Mari Reyes (Alejandro Herrera y Ana de la Reguera) forman con sus dos hijos una familia de la clase media. Él se esfuerza, día a día, en cumplir las aspiraciones que lo podrían llevar a un mejor puesto dentro de la empresa para la cual trabaja.

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Pero un día es llamado por Rosendo, su padre (Damián Alcázar, Crónicas, Ecuador, 2004) para decirle que el abuelo (Joaquín Cosío) murió. Para leer el testamento debe estar en La Prosperidad, así llama el pueblo en cruel paradoja. En realidad, Pancho no quiere saber nada de su familia que es bastante pobre, a la que abandonó buscando un futuro mejor. Finalmente se anima, recordando cuánto lo quiso el anciano. Ignorando, en ese momento, que el gesto cambiará su vida.

En el Hollywood de los años 30 y 40, hubo dos directores que pusieron en el écran una visión del ser humano y sus existencias. Ellos fueron Frank Capra y Preston Sturges, quienes dieron Vive como quieras (1938) y Por meterse a redentor (1942). 

Ahora México, a través de Luis Estrada, crea un filme extremadamente largo (más de tres horas) y deja una pintura -controversial para muchos y estupenda para otros-, pero que en fondo es un homenaje a Capra y Sturges.

Los mexicanos aseveran que denigran al país azteca y que la sátira contra su presidente (Andrés Manuel López Obrador) está llena de clasicismo y de racismo, que incomoda por su mordacidad, obsoleta y repetitiva. Yo la encuentro más bien cruel y provocadora. Veo una comedia de humor negro con visos de realidad, pues la familia que dibuja o caricaturiza bien podría ser de cualquier país de habla hispana...

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Allí están los políticos que ostentan corrupción, los abogados que estafan a sus clientes, las autoridades que son tan pillas como los jueces y familias arribistas. Cónclaves que viven petardeando a sus familiares con dinero, sacerdotes hipócritas y, en general, seres que viven en la pobreza por su decidida ruindad.

Pero también es burda y con secuencias por demás desagradables. Pero hay que verla para que cada uno saque su propia conclusión. La encuentra en Netflix.

Las actuaciones van de exageradas a precisas. Sobresalen Alcázar y Cosío al dar vida a tres personajes: el abuelo, Rosendito y Reginito, a momentos tan bien caracterizado que a simple vista no se reconoce al intérprete.

Ana de la Reguera es perfecta como la esposa que solo piensa en ropa y accesorios de marca, figurete por naturaleza y fifí en su comportamiento. Herrera se desempeña entre bajos y altos, le falta sofisticación.

La actriz que tiene a su cargo el rol de la abuela (Angélica Peláez) es prolija, acertada. Y, sobre todo, esos actores y actrices que encarnan a una familia tan singular.

Las imágenes cinematográficas llegan envueltas en color amarillo que, en el cine, es sinónimo de la mentira, la arrogancia, la cobardía y todo eso tiene este largometraje. Resalta la banda sonora y sus clásicas melodías, canciones que ya forman parte de bagaje musical de la tierra mexicana.

El vestuario es apropiado y sirve para mostrar la diferencia que vibra en las clases sociales. Pero, sobre todo, es loable el reparto que la integra: todos realzan sus papeles con una habilidad que hace recordar la época de oro del cine mexicano.

A no dudar que estamos frente a una película llamativa, interesante, aunque algunos espectadores podrían desecharla por su crudeza, especialmente la actitud de Pancho en la tumba de su abuelo o el desenfado que presenta Jacinto/Jacinta (Cuauhtli Jiménez). 

En resumen, ¡Que viva México! es incisiva, pero también incómoda y molesta, pero eso no es obstáculo para el ojo avizor, ese que busca la excelencia fílmica.

Calificación: * * * * 

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