En el nombre de la madre es una obra de teatro que tiene una joven pero muy potente historia. Ecuador es el tercer país que verá su puesta en escena y que, a su actriz y a su director, les hace brillar los ojos y estremecer el alma.

Para la actriz guayaquileña Montse Serra, interpretar a Miriàm/María es una forma de reconectar con esa virtud que siempre intenta aplicar: ver a cada ser humano como individuo. Por su parte, el director y creador del texto teatral, Gianluca Barbadori, invitado especialmente por la Fundación Sánchez Aguilar, confirmó que presentar esta obra significa hacer posible la gran magia del teatro. “Algunas personas se quedan en silencio por minutos luego de verla”, cuenta.

Para entender de lo que hablan hay que retroceder en el tiempo y saber de dónde proviene En el nombre de la madre. Este es un libro publicado originalmente en 2006 por el escritor y periodista italiano Erri de Luca. En la presentación, hay una frase que resume su interior “’En el nombre del Padre’: inaugura la señal de la cruz. En el nombre de la madre se inaugura la vida”, haciendo presente la decisión que tomó María de concebir sin estar casada, amar al hijo que el destino le dio y dejar en manos de José su vida ante su pueblo.

Esto puede ser un texto algo bíblico, pero en el que se queda atrás la mística religiosa en cuanto avanza la historia contada desde Miriam, su protagonista pero como una mujer madura, que ya ha perdido a su hijo y que ahora recuerda la fuerza que tuvo para amar a todos. “La obra va más allá del temple de la maternidad”, remarca Montse, quien ha estado en el proceso de montaje desde el pasado mes de enero.

La amistad y complicidad entre Montse y Gianluca se evidencia en su trato y en lo logrado durante estos meses de trabajo. El director, quien ya había estado en Guayaquil en 2017 con la obra Pareja abierta, solo tuvo una petición para hacer las funciones en esta ciudad: que sea Montse la elegida.

Es por eso que, de manera remota y con varios ensayos por Zoom, se trabaja desde hace casi un año.

“Queremos generar una experiencia en el público, lo cual es la finalidad del teatro. El regalo de una experiencia de vida es lo que te queda al final”, expresa el dramaturgo.

El aprendizaje de Montse

En el nombre de la madre, que estará en cartelera hasta el 2 de octubre, significa también la despedida momentánea de Montse del país. Ella se radicará pronto en Madrid, en donde espera explorar nuevos caminos actorales.

 “Para junio del próximo año espero hacer algo nuevamente en el país, pero mi presente está allá”, comentó. Esa es la tierra de su padre y en donde vivió gran parte de su juventud antes de dedicarse a la actuación ya cerca de los 30 años. Hoy tiene 57 y es regresar al origen. Sus pasiones a lo largo de los años se han ido modificando. Estudió Veterinaria y, coincidencialmente, su visión del mundo ya muy apegada a la que Miriam deja como mensaje en esta obra. “Siempre vi a los animales como individuos, a diferencia de lo que enseña la biología. Cuando conocí el libro de Erri entró mi admiración por ser tan cohesiva, por permitir entender al género humano, que es lo que importa, más allá de ser hombre o mujer. El mensaje es la fraternidad del humano universal. Es esa a la empatía a la que debemos llegar”.

La entrega de este personaje deja exhausta a Montse, quien que confesó que luego de un ensayo busca la soledad y, aunque no es fumadora, solo quiere el placer de un cigarrillo.

El libro que encantó al director

“Encontré este libro en una librería de una estación de trenes en Milano en 2018”, hace memoria Gianluca sobre este primer encuentro que lo conmovió internamente. “El texto me encantó inmediatamente y estuve buscando las posibilidades de llevarlo a las tablas.

Entonces conseguí el e-mail del autor y pedí los derechos para hacerlo. Siempre tuve en mi mente tener la posibilidad de hacerlo en diferentes países y con diferentes actrices”, asegura el dramaturgo. Con el apoyo de Embajada de Italia también tendrá una función en Quito el 14 de septiembre.

En sus más de 120 páginas encontró un mensaje que quiere seguir esparciendo. “Este texto y obra generan una intimidad, una escucha en el espectador. La dirección es muy conmovida y cada uno es individualmente tocado”.

Hacer este trabajo dice que es “un regalo” que espera que el público se dé. “Al final la idea es que todos sean ángeles, que significa mensajeros. Ojalá todos puedan repartir este mensaje de humanidad más allá de cada dogma”, aseguró Gianluca. El dramaturgo tiene más de 150 obras de teatro realizadas.