En 2007, apenas dos años después de casarse, Aura Estrada se ahogó en una playa de Oaxaca, México. La joven estudiante doctoral fue rescatada del agua y llevada a la orilla, donde murió en los brazos de su esposo, el escritor norteamericano Francisco Goldman.

Su trágico deceso marcó la vida del autor, quien se sumergió en su trabajo como docente universitario hasta que en 2012 exorcizó la pena en ‘Di su nombre’, afamada novela que lanzó su carrera al estrellato.

La obra detallaba el duelo, los recuerdos de la vida común y las complejas dinámicas a las que debió enfrentarse para obtener las cenizas de su difunta esposa. A ello, le siguieron años de silencio.

Ahora, una década después del lanzamiento de ‘Di su nombre’. Goldman regresa con ‘Monkey Boy’, una desgarradora biografía ficcionada en la que ahonda en la infancia, la migración y el idioma.

“La muerte de Aura modificó mi manera de escribir por años y con esta novela quise indagar un poco en cómo el pasado influye en el presente y cómo ese entorno violento en el que crecí pudo afectar mi vida, nuestra vida, porque el duelo te vuelve, a veces, loco”, explica.

En la novela, Goldman empieza narrando el pasado familiar, conformado por una guatemalteca de carácter dulce, siempre con una visión positiva de la vida, y un sombrío judío ruso, a quien culpa por la violencia que permeó su infancia y adolescencia.

“Mi padre nunca nos dio muestras de amor, ni abrazos ni besos. Fabricaba dentaduras postizas. Era excepcional en eso. Era un infeliz y un amargado, pero creaba sonrisas sintéticas, la profesión más valorada en Estados Unidos”.

En este panorama íntimo inestable, el joven Goldman ingresó a la escuela, una típica escuela pública norteamericana, y se enfrentó al concepto del migrante, de no pertenecer pese a haber nacido ahí.

Quizás uno de los momentos más desgarradores de la historia es cuando el autor narra el episodio que dio paso a un apodo que marcó su vida y le da el título a la novela: ‘monkey boy’ o ‘niño mono’.

A los trece años, una compañera del colegio organizó la primera fiesta mixta y este acudió emocionado, esperando besar por primera vez a la chica que le atraía. Y sucedió. Pero el momento de gloria duró solamente hasta el lunes, cuando al volver a clases notó una actitud extraña de parte de sus compañeros. Y es que la chica en cuestión les había dicho a sus amigos que los besos de Goldman sabían a banano.

El apodo le duró hasta la graduación y Goldman no volvió a acercarse a una chica hasta muy entrado en la adultez.

“Ese apodo no solo marcó ese episodio, sino todo lo que yo englobaba: ser hijo de migrantes, ser distinto a mis compañeros, no pertenecer. Fue un trauma”.

En los años posteriores a su graduación de la Universidad de Míchigan, Goldman se mudó a Guatemala y Nicaragua, donde cubrió la guerra civil. Luego se mudó a México, donde aún hoy vive la mitad del año. “Me tocó vivir la realidad de nunca pertenecer a donde estás, ni de donde vienes”.

No obstante, después de la muerte de Aura, dejó la no ficción por la narrativa. “Es ficción en el sentido de que la novela autobiográfica ha existido por siempre. La materia es mi propia vida, pero es novela por buscar la manera de contar algo, de formar algo y de hacer algo que solo lo puedes hacer así. Cuando estaba en mis 60 años quería comenzar a examinar mi vida, pero de manera ficticia”.

FICHA DE LA OBRA

• Título: Monkey Boy
• Género: Novela
• Editorial: Almadía

BIOGRAFÍA DEL AUTOR. Nació en 1954. Estudió Literatura en la Universidad de Míchigan, y Traducción en la Universidad de Nueva York. Docente de Escritura Creativa de Trinity College. Ha publicado las novelas ‘La larga noche de los pollos blancos’, ‘Marinero raso’, ‘El esposo divino’ y ‘Di su nombre’.