Pisando fuerte ha pasado esta 42 edición de ARCO de Madrid. Unos 95.000 visitantes acudieron a esta feria internacional de arte contemporáneo, que durante cuatro días -del 22 al 26 de febrero- mantuvo a la capital española como epicentro de la actualidad artística procedente de los cinco continentes.

La feria convocó a un total de 211 galerías de las cuales un 66% son internacionales (140) y de ellas un 21% de Iberoamérica, especialmente de Argentina, Brasil, México y Perú. “ARCO se ha posicionado como un punto de intercambio entre Europa y Latinoamérica”, resaltó Maribel López, directora de ARCO, quien también subrayó que la feria ha sabido evolucionar.

• Estructurada en tres grandes secciones: 'El Mediterráneo: un Mar Redondo', 'Opening' y 'Nunca lo mismo. Arte Latinoamericano', hay un gran interés por la feria tanto de las galerías como del público en general.

Los tres grandes objetivos son: atraer a grandes galerías, elevar el nivel artístico y presentar un programa potente de coleccionista, destaca López. “Es un eficaz instrumento de mercado”. “El público objetivo de ARCO es múltiple: desde el coleccionista, el director de museo, el comisario de bienal y el internacional…”.

ARCO ha apostado por destacar como una feria donde Iberoamérica sea una baza imprescindible. Pero cada vez más es ese puente entre continentes, de Europa con América, una oportunidad para ampliar horizontes donde diversidad e identidad son sus principales señas de las obras presentadas por las galerías latinoamericanas en la sección ‘Nunca lo mismo’.

Procedentes de América Latina han participado 11 galerías, entre ellas: Jaqueline Martins, Herlitzka & CO, Karen Huber, repitiendo nuevamente la argentina Hache, la peruana Crisis y la guatemalteca Proyectos Ultravioleta, aunque con artistas diferentes a los del año pasado.

Dos comisarios, el argentino Mariano Mayer y la ecuatoriana Manuela Moscoso, repiten al frente de “Nunca lo mismo”, sugerente expresión que “reúne un conjunto de proyectos que manifiesta la voluntad de responder de manera crítica a los desafíos históricos, geográficos y sociales”.

Artistas de nueve países como México, Guatemala, Colombia, Argentina, Perú, Brasil, Chile, Cuba y Venezuela. Y artistas como Jaqueline Martins, Hudinilson Jr. (São Paulo, 1957-2013) y Lia D Castro, Max Mayer, Nicolás Guagnini, Ana Segovia, Aileen Gavonel o Javier Bravo de Rueda.

Con presencia de galerías de América del Norte y de Oriente Medio (solo tres de Egipto e Israel) y ausencia absoluta de África subsahariana, del emergente mercado árabe y de Extremo Oriente, todavía puede defenderse como la feria europea donde puede verse y adquirirse más arte latinoamericano.

• Ya sea público general, galerista, coleccionista o artista, visitar ARCO es poder echar un vistazo a las últimas tendencias y actualizarse con obras que siempre saben cómo sorprender.

Han destacado el guatemalteco Manuel Chavajay (1982) y el peruano Aileen Gavonel (Lima, 1989), que reivindica el matriarcado del Perú prehispánico donde todo adquiere una modulación feminista. También de Perú, pero residente en Bilbao, Javier Bravo de Rueda (Callao, 1989) con sus elegantes composiciones de reminiscencias poéticas.

La lista es larga este año: Regina José Galindo (Guatemala, 1974), Amalia Pica (Argentina, 1978), Vivian Suter (Argentina, 1949), Jessica Kairé (Ciudad de Guatemala, 1980), Ana Segovia (Ciudad de México, 1991), que trabaja con humor los estereotipos de género; Florencia Böhtlingk (Argentina, 1966), Marcelo Brodsky (Argentina, 1954) o la fotógrafa Andrea Ostera (Argentina, 1967). Adrián Balseca (Ecuador, 1989) cuestiona en sus vídeos las estrategias de representación y narración, entre lo industrial y lo artesanal o Nicolás Guagnini (Argentina, 1966) o el artista-reciclador Mano Penalva (Brasil, 1987).

UNA HISTORIA QUE INICIÓ EN 1982

ARCO es una de las ferias de arte contemporáneo más importante del mundo, pero no es de las más antiguas. La primera edición tuvo lugar en 1982, el año de la Movida Madrileña, aquella efervescencia que convirtió a la capital de España en una de las ciudades más vanguardistas del mundo. Desde entonces han pasado cuatro décadas en las que fue fundamental la figura de Juana de Aizpuru, la galerista que impulsó, creó y dirigió ARCO en sus primeros años. «Juana de Arco», como se la llamó por entonces por este logro, es un icono del arte que desde que en 1982 rompió con la brecha de género que existía en este sector en España, culminando como una de las representantes imprescindibles del panorama cultural. Y si Juana consiguió relanzar el mercado del arte en España lo hizo con otra mujer a la cabeza del Ministerio de Cultura, Soledad Becerril. En definitiva, Madrid se convirtió, aquella semana de febrero de 1982, en el foco del arte europeo y latinoamericano.