Kate Middleton y el príncipe Guillermo, acompañados de sus tres hijos, George, Charlotte y Louis, asistieron a la tradicional misa de Navidad que se celebra en la capilla de Sandringham, en Norfolk, y que es la gran reunión navideña de la familia real británica en estas fechas. Este año, sin embargo, está marcado por la ausencia de la reina Isabel II, fallecida el pasado 8 de septiembre, y es, por tanto, la primera reunión que encabezan Carlos III y la reina consorte, Camilla. 

Junto a los reyes y los príncipes, han asistido también los otros miembros del círculo íntimo, como sus hermanos la princesa Ana, el príncipe Andrés, los príncipes Eduardo y Sophie, duques de Wessex, y las princesas Beatriz y Eugenia.

Kate Middleton lució un abrigo de lana verde que complementó con un sombrero de ala ancha, rematado con un lazo y una pluma. La prenda tiene su significado, ya que la llevó con anterioridad, en enero de 2020, justo tras la marcha de Harry y Meghan a Estados Unidos, lo que se ha interpretado como un claro mensaje de apoyo a su suegro, el rey Carlos, tras los ataques recibidos por los Sussex en su documental.

Su hija Charlotte llevó un abrigo de color granate y su hermano George, muy elegante con un traje azul marino, camisa blanca y corbata a juego.

Al espacio vacío de Isabel II hay que añadir otras sonadas ausencias, la del hijo menor de Carlos III, Harry y su mujer, Meghan Markle, quienes pese a haber sido invitados a la coronación de Carlos el próximo 6 de mayo, siguen totalmente distanciados de la familia real inglesa, en especial de Guillermo y Kate, tal y como están desvelando en el documental que se puede ver en Netflix.

Tras la misa, la familia real británica se dirigió al palacio de Sandringham, donde comieron el no menos tradicional pavo, para posteriormente sentarse a ver por televisión el discurso que Carlos III dirigió a la nación, el primero que hizo en calidad de monarca reinante. 

El príncipe Andrés no faltó al tradicional servicio religioso que se celebra cada 25 de diciembre en Sandringham. Con rostro serio, aunque esbozando alguna sonrisa de vez en cuando, el duque de York acudió a la misa de Navidad pese a que su asistencia no había sido confirmada.

Desfiló por detrás de su hija menor, la princesa Eugenia, y su yerno Jack Brooksbank. A su lado se encontraba su hermano, Eduardo de Wessex, mientras todos caminaban rodeados por una multitud de curiosos que se habían acercado hasta el lugar. Para ellos ha tenido un momento el príncipe, saludándoles y estrechando la mano con esas personas anónimas que no paraban de hacerle fotos tanto a él como a los otros royals. 

Hacía tres años que los Windsor no se reunían en esta finca de Norfolk, donde Isabel II acostumbraba a pasar los últimos días del año. Debido a la pandemia de COVID-19, tuvieron que suspender estas celebraciones. Esta vez fue la primera con Carlos III como rey.

El duque de York, apartado de la vida pública desde hace tres años por su relación y posterior juicio por el caso Epstein, participó en el evento pese a que sus vínculos con la Corona son cada vez menores. De hecho, la última decisión del nuevo monarca con respecto a su hermano es que el príncipe Andrés no podrá utilizar más el palacio de Buckingham como lugar de trabajo. Incluso, se apunta también a que podría quedarse definitivamente sin el personal que estaba a sus órdenes.

Por si esto fuera poco, la Casa Real británica anunció algunos cambios en los títulos de sus miembros principales, decisión que afecta al duque. Así, la reina Camilla ha asumido el cargo de coronel de la Guardia de Granaderos, que antes pertenecía a Andrés de York, mientras que Kate Middleton tiene su primer puesto en el Ejército sustituyendo a su esposo como coronel de la Guardia Irlandesa. El príncipe Guillermo, por su parte, se convertirá en coronel de la Guardia Galesa.

Lo del príncipe Andrés ha sido una caída por fases desde que su nombre se vio relacionado con la citada trama de tráfico y abuso sexual. Tras el fallecimiento de su madre, Isabel II, perdió a la única aliada con poder dentro de la Casa Real británica y no hay lugar para él en el nuevo reinado de Carlos III. A raíz de su vinculación con Jeffrey Epstein y todo el escándalo posterior, Andrés no solo perdió sus títulos y honores militares, sino también sus funciones oficiales, labores de representación y algunos de sus privilegios. 

Mantiene su título de príncipe, su posición en la línea sucesoria y su papel de consejero del Estado. También tiene su residencia oficial dentro de los terrenos reales de Windsor, el Royal Lodge, que le pertenece desde la muerte de la reina madre en el 2002.