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Antonella Bassetto, pintora guayaquileña
Con su arte, quiere despertar empatía frente a lo que pasa en el mundo.Instagram.

Antonella Bassetto, decoración con conciencia

La conservación de animales en peligro de extinción es la temática que plasma esta guayaquileña en sus pinturas.

Los ojos del animal están en primer plano. Mira de frente y fijo hacia su espectador. Ese contacto visual hace difícil ignorar su iris donde hay un mensaje que grita ‘¡save us!’ (sálvanos).

Es un tigre de Bengala pintado por Antonella Basseto (28), quien ha volcado su activismo al arte. Dice que dibuja para conservar, crear consciencia y mover almas. Y lleva esa pasión a sus lienzos de 2 metros de altura, donde plasma desde aves hasta grandes mamíferos en peligro de extinción.

Su oficio ya ha trascendido fronteras. Empezó por despertar la sensibilidad de quienes viven en el país, pero también en el exterior. Además, su mensaje le ha valido la convocatoria para exponer sus obras en Premios Verdes y, de esta forma, sembrar su granito de arena en pro de estas especies.

  • ARTE, SIEMPRE ARTE

Pinceles, acrílicos, acuarelas y óleo son algunas de las palabras con las que creció Antonella. Desde corta edad mostró sus dotes artísticos cada vez que agarraba los lápices de colores y pinturas.

Pero no fue hasta la adolescencia, mientras estudiaba en el Colegio Balandra Cruz del Sur, cuando al elegir la especialización de Arte empezó a aprender todas las técnicas para plasmarlas sobre retratos, abstractos y más.

Sin embargo, diseñar es otra arista que lleva en los genes. “De chica me acostaba sobre las telas que estaban en el taller de confección que tenía mi mama. Y yo misma dibujaba los vestidos para que ella me haga”, recuerda.

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Aquel gusto la llevo a apuntarse en la carrera de Diseño de Modas en Eurodiseño, donde pudo plasmar su talento en bocetos. Y así, con título bajo el brazo, estuvo trabajando en diferentes casas de moda de Guayaquil.

Ese era su día a día y, en sus tiempo libres, se dedicaba a rescatar perros y gatos abandonados con el apoyo de más jóvenes. Sin saberlo, aquello marcaría su rumbo tiempo después.

Fusiono su ímpetu por ayudar a animales con su ferviente vocación artística. Y así fue como en el 2019 emprendió en arte para despertar conciencias.

  • ANIMALISTA 100 %

Antonella empieza de cero. Lo hace con lápiz para destacar lo que identifica a cada especie. “Me propuse como meta que cada animal que pintara debía investigarlo para hacer esa introspección y que el público se logre conectar”, comenta. No importa si se trata de leones, tiburones, tigres o diferentes aves que van tomando forma en grandes lienzos desde su taller.

Pero no es cualquier especie. “Acepto que me hagan pedidos de aquellas que están en la lista de la IUCN (Union Internacional para la Conservacion de la Naturaleza). A través de su página web, ellos muestran la lista de los que están en peligro de extinción. De esta forma educo al cliente para que se instruya y muestre más empatía por lo que pasa en el mundo”, agrega.

Ahí no termina su misión. Más adelante, se ha planteado organizar eventos de exposición de arte para invitar a expertos como biólogos, científicos, conservacionistas que hablar del animal que ha pintado y sirva de apoyo en charlas de conciencia ambiental.

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Son sueños a futuro. Por ahora Antonella se complace de que su arte decore domicilios. “Una obra puede tomarme hasta cinco meses”, precisa sobre su esfuerzo y la mezcla técnicas como acrílico con pigmento, acuarelas, entre otras.

La mayoría de veces, se guía de fotos e investigaciones que hace para ver las características del animal, aunque no descarta su viaje a la selva para verlos más de cerca.

Sobre cómo ha ido logrando acogida, refiere que gracias al ‘boca a boca’. Pero no desmerece lo útil que resulta la plataforma de Instagram para, desde ahí, formar una red de gente con pensamiento más ecoamigables. “Me emociona saber que mis pinturas sirven como activismo”.

  • APROVECHAR EL NICHO

No es fácil, pero hay un nicho que está cada vez más interesándose por el arte”, dice sobre el camino recorrido.

Por eso ella se lo toma cada vez más en serio y no entiende de pausas. “Si no estoy pintando animales, estoy haciendo un retrato o sino un abstracto. Trato de diversificar”, refiere sobre los malabares para hacer sostenible su emprendimiento de arte en Ecuador.

La docencia también entra en su día a día. Antonella usa el Zoom para, de manera online, enseñar arte a otros jóvenes.

Toda esa experiencia ganada la hace darse cuenta de lo que hace falta afuera. “Se necesitan más espacios y crear una comunidad de artistas emergentes para dar a conocer nuestros proyectos y formar una red que nos sirva para hacer exposiciones colectivas, por ejemplo”, anhela.

Aunque a veces los días vayan contracorriente, ella sigue creyendo en su visión. “Enseñar, tener contacto con las pinturas, ver el lienzo en blanco y aportar me enciende el alma. Probablemente a esto me dedique el resto de mis días”, concluye.