A mediados de los ochenta, bandas como Parabellum (Colombia), Sepultura, Sarcófago, Vulcano (Brasil), Bathory (Suecia), Venom (Reino Unido) o Hellhammer (Suiza), con su thrash ultrarrápido y sucio, sentaron las bases de lo que pocos años después se conocería como black metal.

Efectivamente, a inicios de los noventa en el norte de Europa se consolidó el género, ya con nombre propio. Nadie imaginó que, con el tiempo, el black crecería y se extendería por todo el planeta, diversificándose y combinándose de manera natural con otras vertientes como el doom, death, heavy, o incluso con estilos fuera del metal, como la música industrial, gótica y electrónica.

Uno de los híbridos más interesantes es la corriente conocida como blackgaze, propuesta que han cimentado grupos como Alcest y Amesoeurs, ambos proyectos de Neige (nombre artístico del francés Stéphane Paut), o los gringos Deafheaven.

También llamado con el término genérico de post-black, el blackgaze consiste en mezclar los gritos, guitarras intensas y baterías veloces del metal negro, con las melodías tristes, voces dulces y líricas más introspectivas del shoegaze. ¿El resultado? Un sonido violento pero melancólico y mucho más accesible que el black tradicional.

Quito tendrá la suerte de ver en vivo el próximo miércoles 29 de marzo a Alcest, que visita América Latina para promocionar su más reciente álbum, Spiritual instinct. Su aventura por la región se inicia hoy viernes 24 en Monterrey y los llevará también a Guadalajara, Ciudad de México, Bogotá, Santiago de Chile, Buenos Aires y Sao Paulo.

• GLOSARIO: ¿QUÉ ES EL SHOEGAZE?

Es un subgénero del rock surgido en Reino Unido, gracias a grupos como My Bloody Valentine, Catherine Wheel, Slowdive y Ride. Básicamente, el shoegaze se caracteriza por sus guitarras ruidosas pero melódicas, con mucho uso de pedales de efectos como reverb y flanger, todo eso con una estética sombría (tanto en lo sonoro como lo visual).

Su traducción literal es ‘mirarse los zapatos’ (‘shoe’ = zapato + ‘gaze’ = mirar fijamente), debido a que en vivo los músicos de las primeras bandas que hicieron este estilo, como parte de su performance en concierto tocaban mirando para abajo (viéndose los zapatos), en lugar de privilegiar el contacto visual con el público.