Oídos sordos ante alertas de intensas lluvias en la ciudad

Viven en distintos sectores de la ciudad, pero en cada temporada invernal sufren las mismas consecuencias: se inundan. Y si a las lluvias se suman tormentas eléctricas y marea alta, la vida de Jorge, Eduardo, Diamela, Javier y miles de habitantes del centro, norte y noroeste de Guayaquil, especialmente, se vuelve un tormento como ocurrió el pasado 9 y 23 de marzo, fechas en las que zonas como Sauces 6 y 8, Alborada, Las Orquídeas, Mucho Lote 1, Barrio Garay, entre otros, quedaron bajo el agua.

Un panorama que podría repetirse ante la alerta que generó el pasado 23 de marzo el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) con respecto a un incremento en la frecuencia y la intensidad de lluvias en gran parte del territorio nacional, sobre todo en la región Litoral, que incluye al Puerto Principal. “... que puede provocar que los valores de lluvia mensual de abril 2023 superen su promedio histórico”, alertó la entidad. Lo que puede tener varios efectos, “como el desbordamiento de ríos e inundaciones en zonas pobladas ubicadas en zonas vulnerables, posibles daños en infraestructura como vías y puentes, así como deslizamientos de tierra en zonas con pendientes pronunciadas”, añadió el Inamhi.

Y los pronósticos se vuelven más aterradores con el anuncio de la llegada de El Niño (fenómeno climatológico). En una última alerta se anunció de lluvias intensas acompañadas de tormentas dispersas con ráfagas de viento hasta la mañana del 7 de abril.

Frente a ese panorama, ¿qué están haciendo las autoridades    para evitar o mitigar que sectores como los antes mencionados y vulnerables a inundarse sigan sufriendo los estragos  del temporal, como ocurrió en marzo?

EXPRESO consultó al Municipio de Guayaquil para conocer qué medidas de prevención y contingencia ha ejecutado o está ejecutando para evitar mayores daños en infraestructuras públicas, viviendas; y, en general. Hasta el cierre de esta edición no llegaron respuestas.

A las alertas por las lluvias, el Instituto Oceanográfico y Antártico de la Armada (Inocar) comunicó que dadas las características del oleaje y la condición del aguaje entre el 5 al 7 de abril, en la zona costera continental e insular, se prevé un estado de mar entre moderado y ligeramente agitado.

Desde la Cámara Nacional de Pesquería, el oceanógrafo Franklin Ormaza especifica que de miércoles a sábado ocurrirán las mareas de aguaje más altas, llegando a 4-6, 4.8 metros    (aproximadamente a las 20:00).    Y, entre el jueves y viernes pueden ser intensas las inundaciones típicas de la ciudad, por lo que sugiere tomar medidas.

El magíster Daniel Ortega Pacheco, director del Centro de Desarrollo y Políticas Públicas de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), señala que si no se pone en marcha un plan como el ofrecido en 2016 sobre la base de recomendaciones de la Corporación Andina de Fomento (CAF) al Municipio de Guayaquil y tras un estudio desarrollado en 2013 por el Banco Mundial, que situó a la urbe porteña entre las 10 ciudades del mundo con vulnerabilidad a inundarse, el Puerto Principal va a estar más frecuentemente inundado. Una situación que generaría pérdidas económicas considerables.

“Si en el año tenemos 20 días de inundación, así sean en diferentes momentos, vamos a perder 20 días de producción. El daño es importantísimo a la economía nacional, de la ciudad, de las familias”, sintetiza Ortega al recordar que una de las recomendaciones y la más importante apuntaba a un cambio en el diseño del sistema de transporte de aguas lluvias y alcantarillado. De los grandes canales de drenaje como los que están en Vergeles, Las Orquídeas y que terminan en el estero en pequeños tubos “la CAF propuso cambiar por un sistema que permitiera infiltrar en la tierra en lugar de transportarla... necesitaba cambiarse el plan de diseño, nunca se ejecutó...”, asegura el profesional.

Y es que más allá de la crítica, considera que se puede transformar esta situación de riesgo en una oportunidad de cambio para la ciudad. “Puede ser que no se hizo, pero creo que es momento con una nueva administración darle un giro a este tema... es solo darle una directriz...”, expone como mensaje de la Academia. Pues también observa el costo social que se ha transferido al ciudadano que no solo pierde un día de trabajo o de producción sino los daños que sufre en sus viviendas.

“¿A mí quién me paga el daño de mi carro, de mi refrigeradora?”, gritaba un vecino de la manzana 511 de Sauces 8, en el norte de la ciudad, uno de los sectores vulnerables a inundarse y que en marzo fue de los más afectados. “Aún tengo mojado los muebles”, añadió resignado su vecino Stiven Ávila, quien, al igual que otros optaron por construir muros más altos en la entrada de sus casas, para evitar que el agua ingrese a sus hogares como ocurrió el pasado 9 de marzo.

Y no solo ellos. A lo largo de la vía principal de Sauces 6, en locales comerciales se levantan muros más altos. El artesano Juan Solórzano señala que, tras el diluvio de esa fecha, lo han llamado para hacer reparaciones de techos y colocar muros en Sauces, La Puntilla, La Alborada.

Iguales trabajos ya han realizado los moradores de las calles 10 de Agosto, desde la 10 hasta la 14, donde son vecinos del estero Salado y sufren frecuentemente por las mareas altas. Pero, a pesar de eso, “nunca vienen las autoridades por lo menos a prevenir”, dijo Jorge Villegas. En el negocio de su cuñado ya construyeron un muro para evitar más daños. A pocos pasos, Eduardo Fuertes y Diamela Fienco, ambos de la tercera edad, también han subido cerca de un metro sus muros y rezan que el anunciado para Viernes Santo no los golpee tanto.