Este sábado 13 de mayo, miles de personas participaron en una nueva edición de la peregrinación al Santuario de la Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt, que se recuerda, como cada año, en las vísperas del Día de la Madre.

Bajo el lema “Con María, hermanos para sanar al mundo”, la caminata recorrió el norte de la ciudad en medio de rezos y cánticos.

Luego de tres años de no haberse realizado este evento de manera totalmente presencial, los peregrinos llegaron, desde la madrugada, a pie y en carro para concentrarse en la iglesia de Nuestra Señora de la Alborada para desde allí iniciar la caminata hasta el santuario ubicado en la avenida Juan Tanca Marengo.

Integrantes de diferentes congregaciones y movimientos religiosas de la ciudad y de otras provincias del país se hicieron presente con flores y rosarios en sus manos para ofrecer a la Virgen sus ofrendas y oraciones.

Durante el trayecto, se unieron algunos grupos apostólicos que llegaron de Samborondón, Durán y Santa Lucía, cantones de la provincia de Guayas; así como de varios sectores de la provincia de Manabí.

En medio de pañuelos blancos y flores ingresó al santuario la imagen de la Virgen María, que estuvo acompañada del arzobispo de Guayaquil, Monseñor Luis Cabrera, quien ofició la santa misa, en la que recordó que este encuentro tenía como objetivo de pedir a Dios por la paz y reconciliación del país.

“Bendice nuestra patria y a cada uno de nosotros”, dijo el arzobispo, quien invitó a los presentes a ser un instrumento de paz para salvar el mundo que está enfermo de tristeza, violencia, miedo y venganza.

“Hay que rezar y sanar con amor y misericordia”, manifestó, mientras los feligreses, unos sentados y otros de rodilla, agitaban banderines blancos.

Alrededor de 50 sacerdotes participaron en la confesión de los fieles, quienes estuvieron listos para recibir la comunión llenos de fe y optimismo.

Luego de una hora y media de celebración eucarística, los presentes rezaron la oración de consagración a la Virgen María y el coro jubilar entonó la canción Madre de los Jóvenes.

“Salgo totalmente renovada pues siento las gracias espirituales fluir por mi cuerpo”, expresó Ramón Montoya (40) quien vino desde Durán para pedir por la salud de su familia.

A su lado estaba Juan José Rivera, de 20 años, quien señaló que había asistido para pedir por su bienestar y el de sus padres. “Ellos están enfermos y yo no consigo trabajo para ayudarlos. Ojalá que la Virgen me haga el milagro de contar con un empleo”, remarcó.

Los presentes tenían un propósito personal; pero al final, todos oraron por la paz y la sanación del mundo.