El aguaje registrado entre el 29 y el 31 de agosto afectó las embarcaciones artesanales de Playas y la comuna Engabao. En General Villamil, los pescadores se vieron obligados a colocarlas al pie del malecón o sobre las aceras, mientras que en Puerto Engabao las ubicaron sobre la vía. “Eran como un carro más en ambas localidades”, aseguraron los turistas que fueron testigos del hecho.

Y aunque las naves no salieron a altamar, no fue posible evitar que sufrieran daños. Y es que la fuerza de las olas fue tal, que en al menos 100 se rompió la fibra de vidrio con la que están construidas.

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“El agua subió hasta donde estaban y el oleaje hizo que se golpearan entre sí, causando que algunas se rompieran por el costado”, manifestó el pescador Pedro Bohórquez, quien estimó que repararlas les costará unos 200 dólares.

En Puerto Engabao, donde el aguaje fue percibido con mayor fuerza aún, sucedió lo mismo

“El mar está buscando su espacio perdido. Antes las playas eran más grandes, tenían mayor espacio de arena, pero con tanta construcción ese espacio quedó reducido. Por eso, donde estén las embarcaciones, estas son alcanzadas”, sostuvo Galo Cruz, pescador con 60 años de experiencia en actividades en el mar. 

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