Sigue siendo el rey. Tyson Fury, campeón del mundo de los pesos pesados en boxeo, ratificó que no tiene rivales, tras vencer al excampeón camerunés de la UFC, Francis Ngannou, en el Boulevard Hall de Riyadh, en Arabia Saudita.

Pero el camerunés no se la dejó fácil, pues maravilló al mundo hasta cuando pudo. Y es que más de un apuro puso Fury, uno de los mejores libras por libra del planeta, e incluso lo mandó a la lona en el tercer capítulo. Ngannou desde el primer intercambio dejó claro que no fue de vacaciones a Arabia Saudí ni se iba a conformar solo con coger su cheque.

Nada tuvo que ver con el Mayweather-McGregor de años atrás o las recientes peleas de otros luchadores de MMA con creadores de contenido.

De acuerdo con la historia el ‘niño camerunés’ soñaba con ser Mike Tyson, mientras trabajaba en una mina y estaba ante la oportunidad de su vida. De ahí que la noche del sábado 28 de octubre no la quiso desaprovechar y estuvo cerca de dar el campanazo.

Ngannou, quien debutaba en el boxeo profesional, salió a meter presión y a adueñarse del centro del encordado. Fury, con la plasticidad que le caracteriza, mantenía a raya al camerunés con la mano adelantada. Tiraba, fintaba y lanzaba la mano por fuera de su guardia.

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Más arriesgado fue el excampeón de la UFC desde el segundo capítulo. Cerraba la distancia con celeridad y aterrizaba buenos golpes en la línea de flotación de Fury. Parecían ir desvaneciéndose los complejos de Ngannou. No fue sino hasta el tercero que puso de pie al Boulevard Hall de Riyadh.

Fury lanzaba la derecha a corta distancia y Ngannou respondía con un crochet seco a la sien del británico. Era la séptima vez que la espalda del campeón tocaba la lona en sus 34 peleas como profesional. Y es que la del sábado no era ni una exhibición ni una suerte de pelea circense para el camerunés.

Sin embargo, ‘The Gipsy King’ aceptó entrar al intercambio de pólvora. Movilidad, desplazamientos sobre puntas y volumen de golpe. El ‘abc’ del británico. Se escuchaba la finta con la izquierda, iniciaba, basculaba y volvía a percutir. Siempre con más velocidad que su rival, pero asumiendo muchos riesgos. Las manos de Ngannou pesaban.

Ahora o nunca, pensó Ngannou. Asumió más golpes, pero a falta de dos asaltos tenía que apretar. Sabedor de su potencia de fuego, sus 11 nocauts en 17 peleas de MMA así lo atestiguarán, debía entrar al tiroteo. Incluso se atrevió a cambiar a guardia zurda.

Al final decisión dividida que cayó del lado del británico. El camerunés sorprendió, y mucho, ante uno de los mejores libra por libra del planeta a base de poder y tenacidad. Defendió con dignidad el nombre de las MMA (artes marciales mixtas) como ningún otro compañero suyo que flirteó con el boxeo.

Figuras del deporte como Cristiano Ronaldo, Rio Ferdinand, Mikey Tyson, Evander Holyfield o Roberto Durán no se quisieron perder el singular evento. Luchadores de la UFC como Conor McGregor, Israel Adesanya o Kamaru Usman también se dejaron ver por el Boulevard Hall de Riyadh.

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