En la vida todo ser humano debe tener a un amigo como Jonathan Narváez, el único compañero de equipo de Richard Carapaz en su ruta al oro olímpico.

El corredor, nacido en El Playón de San Francisco, compañero en Ineos Grenadiers de nuestro medallista, fue quien estuvo cerca en los inicios de la carrera.

Una hora antes fueron iguales al chequeo y a ver la logística, que al final de la competencia dejó a Carapaz con el oro olímpico. Y cuando todo terminó se dieron un abrazo gigante, ese de amigos, de “mijines” como dice Carapaz.

Eran dos personas que lucharon por Ecuador durante más de seis horas. Narváez fue el protector de Richard, una especie de guardián. En el ciclismo le dicen gregario. Eran los dos solos contra los mejores ciclistas del mundo.

Y fue en el lugar sagrado y famoso de Japón, en el Monte Fuji, donde esa amistad se hizo más fuerte. Ojo, Carapaz pidió que Narváez sea su compañero en los Juegos Olímpicos, sin pensar que vivirían el mejor día de sus vidas, vestidos de oro, dejando atrás al doble ganador del Tour de Francia, el esloveno Tadej Pogacar, al belga Wout Van Aert y al español Alejandro Valverde.