Ecuador, para ser un equipo compacto, necesita que todos estén conectados al juego; esto le permite anticipar situaciones y desde ahí llevar la iniciativa del partido. Lograrán de este modo resonancia empática. Los jugadores identificarán las intenciones tácticas de sus compañeros, así como sus necesidades y demandas. Límite de repliegue ecuatoriano a 20-25 metros de la línea frontal del área grande.

El todo es más que la suma de las partes. La organización consiste en tener respuestas a distintas situaciones del juego, a partir de interacciones construidas. Muchas veces confundimos el término ‘organización’ con ‘orden’ o ‘simetría’. Pervis, Moisés Caicedo, Plata, Enner conocen el método y se reconocen en el juego. Mejoran la línea de pase. Están en espacios de ayuda mutua.

Mantener distancias equitativas entre elementos de una línea de juego, supone un mayor equilibrio para la misma.

Una transición ataque-defensa, a partir de una pérdida en campo rival, significa que el peligro estará en que nos tomarán divididos y alejadas una línea de otra, el equipo estará desconectado. Si atacamos el área adversaria debemos dar importancia a los rechaces y marcar a los rivales descolgados que estarán listos para el contraataque.

No solo será importante la organización del equipo, también será clave su capacidad para reorganizarse y volver a encontrar el equilibrio de forma rápida; disminuirá la ventaja que puede haber conseguido el rival argentino vía Messi, frente a un hecho inesperado.

El primer central ecuatoriano debe estar cerca del balón, lado fuerte. El líder de la línea (Torres) es el segundo central, ese que tiene capacidad de cobertura sobre el primer central, quien posee mayor campo visual, el que ve un mayor número de amenazas y, desde ahí, reajusta y da mensajes a su línea defensiva para que se organice.