La pasión de Inglaterra compensó sus carencias futbolísticas y llevó a la selección a imponerse con claridad por dos goles a cero a una Alemania que nunca demostró el brío ni la fe necesarios para contestar la energía de los anfitriones.

Con más empuje que juego, y arrastrados por su incansable afición, Inglaterra tomó el mando y amenazó sobre todo en centros desde los costados.

A la media hora, con el partido muy equilibrado, le tocó a Alemania disponer de su gran ocasión: Havertz, desde la media punta lanzó en profundidad a su compañero en el Chelsea Werner. Pero aquí, al igual que en su club esta temporada, tampoco acertó.

Frente a una Alemania que compareció algo hipotensa, los ingleses se dejaron contagiar por la atmósfera de Wembley y la excitación del público. Pickford o Maguire se prodigaron en aspavientos hacia sus compañeros y la grada para mantener a sus compañeros hiperactivos.

Inglaterra demostró en el minuto 75 por qué se la ha metido desde el principio entre las favoritas. Un balón bien pivotado por Kane al borde del área cayó en los pies del recién entrado Grealish, que parecía llamado a aportar la magia que le faltaba al partido.

El media punta del Aston Villa abrió muy bien a la entrada por banda de Shaw, y el pase de la muerte lo convirtió en gol, quién si no, Sterling, el único inglés que había visto puerta en toda la Eurocopa (tres goles con éste).

Un fantástico pase de Havertz para la carrera de Müller parecía el inevitable empate, pero no pudo convertir.

Indultada Inglaterra, de nuevo apareció Grealish para habilitar desde dentro del área, en una jugada similar a la del primer gol, a un Kane que por fin se estrenaba en la Eurocopa. Los ingleses sentenciaban así su pase a los cuartos de final, donde esperan el ganador del encuentro entre Dinamarca-República Checa.