La tarde del sábado 20 de mayo fue la primera vez que Jordy Sizalima, un machaleño de 28 años de edad, acudía a ver un partido de la selección ecuatoriana de fútbol en Argentina. Pese a que lleva cuatro años residiendo en San Juan, sede hasta este martes de la Mini-Tri en el Mundial Sub-20, nunca había vivido un partido de la Tricolor en un país donde el fútbol es como una religión.

Con gorra de Boca Juniors pero vistiendo la camiseta de Emelec, equipo del que es hincha, Jordy tuvo sentimientos encontrados. Coreó las notas del Himno Nacional a todo pulmón y se sintió orgulloso de ser ecuatoriano, pese al marcador adverso que finalmente terminó sacando la Mini-Tri ante Estados Unidos (derrota 1-0). Este martes el fluminense tenía previsto repetir la experiencia desde las gradas ante Eslovaquia.

La historia de Sizalima puede parecerse a la de muchos migrantes que viajan en busca de días mejores a otras fronteras, sin embargo su historia es especial por su relación con el fútbol. Recuerda que con solo cinco años ya jugaba en la escuela formativa de Liga de Quito con sede en Machala. A los nueve, el Deportivo Azogues le ofreció unirse a sus filas, pero sus padres ya tenían todo arreglado para mudarse a España.

Ya en el país ibérico, equipos como el Valencia, Villarreal y Levante le ofrecieron media beca para enrolarlo en sus filas, pero las necesidades económicas eran tan apremiantes que sus padres no podían ni siquiera completar el 50 % restante.

“Éramos una familia numerosa y no alcanzaba la plata”, dice hoy el ecuatoriano, que se siente identificado en parte con esos jóvenes compatriotas que juegan en Argentina.

Actualmente Jordy trabaja en una carnicería ubicada en las calles Salta y Chubut, en San Juan. Su función es cobrar a los clientes que asisten todos los días a comprar la variedad de cortes que el sitio ofrece.

Al empezar la jornada, Jordy es el encargado de limpiar el local para quitar el olor a carne que queda impregnado en el lugar. Su día de labores termina a las 21:00.

“Terminé en San Juan por una historia de amor. Conocí a mi actual esposa por un sitio de internet y hace cuatro años me dio por venir acá a Argentina. Salí afortunado porque no solo encontré el amor, sino que tengo dos hermosas hijas”, expresa con una sonrisa en el rostro.

Los días no son fáciles actualmente en la tierra del tango por la recesión, indica Sizalima. El peso argentino está en franca devaluación y el cambio es tan grande que por 1 dólar dan 485 pesos (según el último registro del dólar blue). “Alcanza para comer, pero obviamente la economía del país está muy inestable y sí, a veces toca estar apretado en las finanzas”, admite resignado.

Sobre si es mejor un asado que un encebollado, el compatriota es tajante y dice que no, aunque ha empezado a cogerle el gusto a la gastronomía argentina. “Siempre se extraña la tierra y por supuesto sus sabores”, acota nostálgico.

Entre los planes de la familia argentino-ecuatoriana está irse a Europa, ya que Jordy cuenta con su familia, que sigue viviendo en España, todo por buscar una mejor calidad de vida. Hasta que eso pase, seguirá haciendo patria desde Argentina.

“Que la selección de Ecuador esté aquí en San Juan es todo un acontecimiento. Nunca había podido ver a mi selección acá en Argentina. Yo sé que en estos dos partidos que faltan (ayer ante Eslovaquia y el viernes ante Fiji) vamos a pasar de ronda. Tenemos equipo y tenemos un gran cuerpo técnico”, manifiesta con mucha ilusión.