El duelo inmortal no solo se vive dentro del rectángulo verde. En las gradas se atraviesa un ambiente especial durante los 90 minutos, los hinchas que lo ven a través de una pantalla, de otra manera. Pero en las zonas técnicas es distinto.

Allí, donde los entrenadores van analizando el partido y pueden tomar decisiones cruciales alrededor de lo que sucede, palpitan con mayor responsabilidad, sin margen de error y drama, el resultado. Más aún si enfrente está el partido inmortal, el Clásico del Astillero.

Esta edición 231 entre Emelec y Barcelona reúne a dos viejos conocidos de la dirección técnica, que ya se han medido en este compromiso y en otros.

Ismael Rescalvo y Fabián Bustos se reencuentran en el estadio George Capwell y con la obligación de sumar tres puntos para seguir ilusionándose con la etapa. El primero quema su último cartucho en la casa azul, por lo que un empate o una derrota puede ser la despedida de esta temporada.

Bustos, que llegó hacia apenas una semana al país para volver a hacerse cargo de Barcelona, tiene un crédito importante que se llama la final del campeonato, por lo que perder en este Clásico del Astillero, más allá del golpe anímico, no influirá en el destino más importante que está en noviembre.

Aunque la victoria podría dejar a los amarillos con la ilusión de ir y pelear la etapa, para evitar la final, hasta la última jornada.

Entre Rescalvo y Bustos han existido cuatro Clásicos de por medio, pero ninguno se ha sacado verdaderas ventajas. De hecho, siempre manejaron los mismos resultados, en empate y en victorias.

Rescalvo solo ha perdido un Clásico en el Capwell desde su llegada en 2019 al club azul, y fue precisamente el de ese año. El verdugo de los millonarios fue un jugador que volvió al club en esta segunda etapa, Fidel Martínez.

Bustos, por su parte, si bien ha ganado en el Capwell dirigiendo a Delfín en la temporada 2019, jamás pudo sacar tres puntos en sus dos visitas a la Caldera, siendo timonel del Barcelona Sporting Club.

El duelo en el Capwell puede ser la luz de esperanza para azules. Para Barcelona la oportunidad de dejar sin chances a su hermano de barrio en la carrera por alcanzarlo en la final.