Una vez que tiene los guantes puestos, Blanca Lazo se concentra tanto que no siente ni los golpes que recibe. Ella está empeñada a seguir mejorando su técnica porque entre sus metas está ser parte de la Federación Deportiva de Tungurahua y después del Ecuador.

Esta adolescente de 13 años aprendió a amar el boxeo desde hace dos años, cuando Henry Yanzapanta, seleccionado provincial retirado, la invitó a su club y ahora es una de las mejores del club en su categoría.

El Club de Boxeo Team Yanpazanta tiene diferentes horarios, pero los becados practican en horas de la noche. Los niños junto a otros que estudian en horario nocturno salen de sus clases y van directo al ring. A las 19:00 empiezan a llegar los estudiantes. Hay hombres y mujeres. Una vez dentro de las cuatro paredes del establecimiento se saludan, pero de inmediato cada uno deja sus maletas, colocan sus guantes y protecciones y se ponen a disposición del ‘profe’, como identifican a Yanzapanta.

Algunos van acompañados de sus padres, quienes siguen de cerca el proceso y alientan a los pequeños a mejorar. Es el caso de Gabriela Vargas, quien inscribió a sus cuatro hijos de 17, 15, 12 y 10 a practicar el pugilismo. Al ver la emoción de sus niños, ella también se animó a aprender y entrena junto a ellos.

“Mis hijos ya han sacado medallas de plata en las competencias, pero lo que más me llena de orgullo es que el deporte los ha convertido en niños más responsables y disciplinados”, expresó la madre de familia.

Terminado el calentamiento entran al cuadrilátero y cumplen los ‘sparring’, que es la lucha contra sus compañeros, y así se entrenan para las competencias entre clubes por el momento. Pero Yanzapanta espera que sus mejores seleccionados empiecen a competir federados.

Henry tiene la escuela hace diez años, pero hace dos años que la Federación Deportiva de Tungurahua le facilitó un espacio detrás del estadio alterno, sur de Ambato, donde no paga arriendo y esos recursos le permiten seguir ayudando a más niños.

El lugar estaba abandonado, pero Yanzapanta tuvo manos solidarias y en una minga lo adecuaron. Los niños becados y quienes pagan sus mensualidades propusieron la minga y adaptaron el espacio para el trabajo. Quitaron la maleza, pintaron y ahora colocaron hasta la cubierta.

Nelly Molina, de 18 años, estuvo becada, expresó que pese a que ya no practica el deporte siempre está atenta e incluso participó de las adecuaciones. “La ayuda que brinda el profesor es excelente porque salva vidas mediante el boxeo. Muchos niños ya se proyectan a un futuro de competencias mediante este deporte”, sostuvo.

Vargas paga una mensualidad, pero aseguró que le satisface porque sabe que los recursos también ayudan a quienes no tienen. “Hemos hecho la escuela como parte de nosotros. En la minga colaboramos todos porque nos hemos dado cuenta que se hace el esfuerzo de ayudar a que otros menores no se desvíen del camino y mediante el boxeo disciplinen sus vidas”, manifestó la madre y pugilista.

Henry Yanzapanta empezó su carrera en 1998 dentro del cuartel, cuando estaba en el servicio militar. Primero lo practicaba en la calle, pero el buen ojo de Henry Hurtado lo direccionó a participar de manera profesional.

Tenía 19 años cuando Hurtado empezó a pulirlo. Recordó que su primera competencia fue en el 2000, donde quedó vicecampeón nacional en Zamora Chinchipe, desde ahí no paró y siguió cosechando triunfos para Tungurahua.

En el 2002 fue llamado a ser parte de la selección de boxeo. Tres veces quedó campeón nacional y 8 veces vicecampeón. Se retiró después de la competencia en Aguas Verdes, Perú, donde consiguió medalla de bronce.

Después empezó su faceta de entrenador y de a poco pulió la idea de tener su escuela, pero con fin social. Hace diez años inauguró su primer centro y hace dos años empezó a becar a niños de escasos recursos.

“Están ocho niños de 10 a 12 años. Amigos los han recomendado y quienes se han quedado es porque han mostrado disciplina y potencial. También se les exige a que no deben dejar los estudios y a seguir esforzándose cada día”, dijo Yanzapanta.

Una vez que se conoció el trabajo social que realiza Henry Yanzapanta, profesionales especialistas se han unido. Unos apoyan de manera económica cuando los pequeños tienen que movilizarse a otras provincias, otros con su experiencia, como un psicólogo clínico, otro entrenador e incluso junto con exboxeadores de Guayaquil: Chucho Ortiz y Francisco García, quienes tienen sus clubes en Guayaquil, comparten experiencias que les permiten a los chicos competir.

Pese al esfuerzo que Yanzapanta hace para mantener a los pequeños becados y la escuela, los delincuentes no han tenido piedad.

En los dos años que tienen en el espacio de la FDT les han robado en seis ocasiones. Los pillos se llevaron sacos, guantes, mallas y otros equipos que guardaban en la bodega.

Mencionó que ahora tienen un saco en el que se turnan para entrenar y lo guardan como el mayor tesoro, hasta reunir dinero y adquirir más accesorios.

Entre todas las pérdidas suman más de 3.000 dólares y por eso invita a que más personas se sumen al proyecto de apadrinar a un niño o inscribirse en la escuela que así ayuda también a que otros menores de escasos recursos sean rescatados mediante el box.