Con el empate 0-0 en casa ante Aucas y su eliminación de la LigaPro, Barcelona cerró un año para el olvido, que se inició con la prematura eliminación de la Copa Libertadores de América (por un error administrativo), continuó con su fallido intento de ganar la primera edición de la Copa Ecuador y termina en los cuartos de final de la novel competencia.

La suma de los errores hoy le pasa factura al Ídolo, en la peor campaña de los últimos años, que apenas tiene un premio consuelo con la clasificación a la Libertadores de 2020.

A inicios de temporada el club canario estaba considerado como favorito para llevarse por lo menos un título de las dos competencias nacionales en las que intervino y, sin embargo, ni siquiera llegó a diciembre, producto de sus propios errores.

Luego de salir por la ventana de la Libertadores, la marcha del técnico Guillermo Almada confirmó lo que era un secreto a voces: el malestar interno (producto de una serie de inconvenientes financieros que obligaron a desprenderse de jóvenes figuras, a precio de gallina con peste) llegó a la cancha. 

La actitud de algunos jugadores dejó mucho que desear y finalmente terminó conspirando en contra de un equipo que hoy se ve obligado a adelantar vacaciones, ya apuntando a un 2020 que haga olvidar todo lo sucedido, de la mano de la nueva dirigencia encabezada por Carlos Alfaro Moreno.

El Beto llega sin margen de error. Ya no podrá contratar a extranjeros del nivel de Robert Herrera o Alejandro González, quienes terminaron relegados al banco de suplentes.

Tampoco podrá permitir la presencia de elementos cuyo comportamiento sea nocivo para el bienestar del camerino.

Alfaro tomará a un equipo tempranamente eliminado en la competencia doméstica, que no tendrá el mismo poder de mercadeo que un campeón y estará obligado a buscar un cupo a los grupos de la Libertadores desde su fase eliminatoria.

Otro factor que alimentó la crisis amarilla fue la inestabilidad en la banca. 

Con Almada se mantuvo un proyecto desde la mitad de 2015, pero en esta ocasión, además del entrenador uruguayo, por ese puesto desfilaron: José Gavica, Nelson Tapia, Leonardo Ramos y Tabaré Silva, cinco timoneles en menos de once meses.

Alfaro, quien asumirá el mando el 5 de diciembre, deberá elegir a un director técnico que esté acorde a las exigencias de un equipo grande. Lo hará en medio de una serie de deudas que pusieron a correr a José Francisco Cevallos en los últimos meses de su gestión, para evitar suspensiones que incluso pudieron haber derivado en algo peor.

Vale recordar que Barcelona estuvo a escasos minutos de perder la categoría, debido a una sanción que recibió antes de una fecha unificada, en la que estaba en juego el descenso a la Primera B.

La transición dirigencial tiene polémica hasta el final. En carta dirigida a Cevallos, Alfaro Moreno califica como “inaudito” que en las últimas dos sesiones de la directiva saliente “se ha tratado de reconocer y aprobar una nueva deuda millonaria” por concepto de readecuaciones al estadio Monumental, que ascendería a 1’200.000 dólares, criticando que no se hayan realizado gestiones con anterioridad para cumplir con lo que exige Conmebol, relacionado a la readecuación del sistema de iluminación de dicho escenario para albergar partidos de torneos internacionales en 2020.