Encontrarse en un estado de confusión, cansancio o distraerse con facilidad son signos de que una persona podría estar siendo afectada por la niebla mental o ‘brain fog’.  

A decir del psicólogo clínico Carlos Galarza, este término se utiliza para englobar síntomas como dificultad para pensar claramente, confusión, tendencia a olvidar las cosas, incapacidad para organizarse o articular ideas de una manera adecuada. Este concepto comenzó a relacionarse, incluso, con las secuelas que dejó la COVID-19.

• Sus secuelas

El coronavirus no solo dejó complicaciones a nivel físico-sistémico, sino también a nivel mental. El doctor Gregory Celis, especialista en Medicina Crítica y Cuidados Intensivos, hace hincapié en que a pesar de haberse encontrado métodos para combatir el virus y su letalidad, también se debería encontrar otras medidas que prevengan de daños a nivel neurológico. Ya que en un 78 % de pacientes que superaron esta enfermedad, su dificultad de concentración es persistente.

• Su impacto

Cabe recalcar que la niebla mental no afecta solamente a pacientes que han superado la COVID-19, sino también a personas que han atravesado otro tipo de enfermedades infecciosas como la neumonía o la influenza y no necesariamente en formas graves, también se ha visto en formas leves y moderadas. Además en las personas con TDA/TDAH, en casos de alzhéimer o esclerosis múltiple, trastornos de ansiedad, efectos secundarios de algunos fármacos, entre otros.

Hasta la fecha no hay suficientes estudios que hayan analizado esta condición a profundidad. Para determinar la existencia de la niebla mental, los médicos optan por aplicar un diagnóstico diferencial (determinar enfermedad mediante la exclusión de causas). 

• Los factores externos afectan 

En Ecuador, los detonantes para el surgimiento de esta condición son los problemas económicos, incertidumbre política y social, inconvenientes en educación, salud, seguridad, la obtención y la calidad del empleo.