Casi siempre, la felicidad es una definición que se amolda dependiendo de las percepciones de cada uno. Pero asociar ese estado de ánimo a un objetivo probablemente es un procedimiento errado, por el simple hecho de que estos no duran.

Cuando se busca el concepto en un diccionario, se define como aquello que brinda plenitud y se relaciona con la durabilidad. Sin embargo, es muy común confundirla con el placer.

La realidad es que cuando relacionamos esa algarabía interna vemos que la realidad es otra. A decir de la psicóloga clínica especializada en holística Verónica Gallardo, “la diferencia fundamental entre la felicidad y el placer es la temporalidad. La felicidad genera una plenitud más amplia, duradera y profunda. El placer tiende a ser fugaz, de corta duración. Ambos son disfrutables, pero con distintos propósitos y es importante comprenderlo”.

Ella explica que es necesario tener momentos de goce, pero no se puede construir los cimientos de una vida feliz si se anda en búsqueda del eterno disfrute.

El papel de la química

El cerebro tiene dos neurotransmisores encargados de manejar ambas emociones. El centro de psicología malagueño Vivae explica que la serotonina, aquella que ayuda a experimentar el éxtasis y la satisfacción inmediata -como cuando se gana la lotería o se ve por primera vez al artista favorito en vivo- produce un subidón de energía que causa placer. En cambio la dopamina está relacionada con la felicidad y su función está más bien compaginada con el sentimiento de calma y bienestar y hace que se regule la ira.

• Las dos caras

Robert Lustig, autor de varios best-sellers y endocrinólogo de Universidad de San Francisco, enfrenta ambos conceptos mediante sus características propias.

1. El placer es pasajero. La felicidad es permanente.
2. El placer es visceral. La felicidad es etérea.
3. El placer es recibir. La felicidad es dar.
4. El placer se puede conseguir con sustancias. La felicidad no se puede conseguir con sustancias.
5. El placer se puede experimentar solo. La felicidad se experimenta en interacción social, grupos sociales.
6. Los placeres extremos llevan a la adicción a través de sustancias o comportamientos. Pero en cambio, no se es adicto a la felicidad.

¿Afecta esta confusión al diario vivir?

Un mal recurrente que puntualiza la psicóloga Gallardo es que se construye la vida desde una sensación de carencia, es decir, se vive buscando algo grandioso ese ‘algo más’ que muchas veces causa incertidumbre y desasosiego.

“Me gusta pensar que la felicidad es lenta, detallada y minuciosa. Nos invita a buscar la plenitud en lo cotidiano, en los detalles y en el día a día. Agradecer por lo que tenemos. Alguna vez leí que no somos agradecidos por ser felices, somos felices por ser agradecidos. Ahí es donde se cultiva la felicidad”.

• Dos claves

Futuro y placer

Cuando se construye un futuro enfocado en el placer, solo se está visualizando algo cercano, mas no una organización de vida a largo plazo.

Para llegar a la felicidad no se debe buscar una gratificación inmediata, el camino ideal para alcanzarla es ir paulatinamente hacia ella.

Los círculos viciosos

A la psicóloga Gallardo le gusta plantear el ejemplo de la ruedita de hámster. “Se corre hacia esta búsqueda de placer, porque se piensa que es allí donde se encuentra lo necesario para ser feliz, cuando solo consta de una mínima parte. Podríamos decir que el placer sí da una dosis de felicidad, pero no es la fuente principal. Es solo una porción del pastel”.

• Tómalo con calma

1. Se consciente de su entorno y conéctate con él. Disfruta del momento, aprecia todo lo que le rodea. La meditación es una buena herramienta que ayuda a mantenerse en el presente.
2. El comportamiento de tus amistades influye mucho en su calidad de vida. Rodéate de personas interesantes con un buen sentido del optimismo.
3. Sonríele a todos los días. Las expresiones faciales influyen en tu estado de ánimo, por lo que al levantarse es bueno verse al espejo y notar tu rostro con alegría, puede ser remedio suficiente para levantar su estado emocional.
4. Las melodías son una buena influencia. La música puede mejorar tu autoestima. Escucha tu playlist o álbum favorito y desconéctate de lo demás, puede ser un buen antídoto para disminuir los síntomas ansiosos y depresivos.