Acercarse en estos días a las salas destinadas a las exposiciones en el Museo Municipal es lanzarse a un repentino salto al pasado. En 20 bienes artísticos -fotografías, escultura, pinturas, arte-objetos, reseñas periodísticas, dictámenes de los premios, camisetas usadas en cada edición...-, aparecen ahí representado los 20 años del Festival de Artes al Aire Libre (FAAL).

“En dos años no se lo hizo por el tema de la pandemia, pero este año, cuando ya todo casi ha vuelto a la normalidad, no quisimos dejar pasar la oportunidad de volver a hacer algo”, dice Allyson Luna, directora de Gestión y Promoción Cultural. “Y pensamos en una exposición que reúna parte de lo que fueron estos 20 años”.

No es un FAAL, pero de alguna manera lo es. Además de las obras que ganaron los primeros lugares se invitó a 100 artistas para que ocupen una de las salas y recreen de forma directa la esencia del festival: artistas creando en vivo, a vista y presencia de los visitantes. “Hicimos una convocatoria para que muestren su arte y estén presentes”, agrega Luna.

La muestra, sin duda, destaca parte del brillo que tuvo en estas dos décadas el festival, pero sirve para hacer un análisis para encontrar las razones de por qué cayó en sus últimos años.

“El FAAL empezó como una fiesta. Se sentía lo que era vivir el festival, pero año a año el entusiasmo decayó por algunos factores”, dice Abdón Segovia, quien estuvo presente de manera religiosa en las 16 ediciones.

Este artista alega que hubo fallas en ciertas áreas de la logística de la organización, que no se preocuparon por hacer un filtro con los postulantes que iban a inscribirse”.

Segovia considera que el premio económico dejó de ser atractivo: “En el primer festival fue de 800 dólares. Al año siguiente lo aumentaron a 3.000, y esa cantidad se mantuvo por el resto de las ediciones. Eso indica un problema, un descuido total al no aumentar el valor de los premios adquisición, eso de un modo genera desánimo en muchos artistas, sobre todo en artistas de mayor trayectoria”.

Lenin Mera, artista manabita que ganó en 2009 los dos salones de pintura importantes que tiene Guayaquil, el de Julio y el de Octubre, cree que estuvo en 15 de las ediciones del FAAL, pero que luego se decantó. “Debieron hacerse cambios en el concurso. Todo era igual y llegó al límite de volverse aburrido”.

Mera destaca que al inicio se invitó a jurados internacionales, pero luego se nombró a personas de poco oficio en esas dignidades. Este artista también destaca como una falencia el poco rigor a la hora de aceptar a los participantes al salón. “Los artistas con más experiencia ya no querían participar porque empezaron a hacerlo muy novato el concurso. Ya no era como antes y llegó al límite que solo participaban estudiantes”.

Acerca de esto, la directora de Gestión y Promoción Cultural, cuyo departamento está a cargo de su organización, cree que la exposición de estos días servirá precisamente como una parada técnica, con el fin de revisar lo que debe ser cambiado y mejorado. “La idea es repotenciar el FAAL. Esto es un abreboca de lo que serán los festivales en los próximos años”.