Un mecanismo impulsor endógeno. Es decir, los procesos fisiológicos de nuestro cuerpo, como dormir, respirar, nuestro ciclo menstrual, entre otros, están regulados por nuestros ritmos biológicos. Nuestros ritmos biológicos nos marcan el tiempo en el que se dan los tantos procesos de nuestro organismo, por lo tanto también determinan lo que necesita nuestro cuerpo en ciertos periodos.

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¿Qué implica?

La aparición de ritmos biológicos y entre los más importantes constan el circadiano e infradiano. El primer ritmo sincroniza las necesidades que tu cuerpo tiene cada 24 horas y la variación de la luz influye en gran medida en su comportamiento, el mejor ejemplo y con el que más se asocia este ritmo es el ciclo del sueño. Por esto cuando oscurece nuestro cuerpo empieza a sentir somnolencia y cuando amanece sentimos más energía.

"El ritmo circadiano comprende los ciclos que exceden las 24 horas como nuestro ciclo menstrual que sucede cada 24 o más días, es similar al ritmo circadiano al influir en incontables conductas que determinan tu bienestar, tales como la concentración, el metabolismo, los niveles de estrés", explica Luis Loor, ginecóloga.

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El ciclo menstrual de la mujer: el ritmo Infradiano es el más detectado

Este segundo reloj está determinado por las hormonas que libera tu cuerpo en cada fase del ciclo, aprender el comportamiento de ellas y lo que genera en nuestro cuerpo nos permitirá desarrollar actividades en función de ellas, por ejemplo, sabrás cuáles días tienes más energía para realizar ejercicios de alta resistencia o por el contrario cuál día te conviene más los ejercicios suaves.

"Ese es nuestro ritmo infradiano , un segundo reloj biológico que, en caso de conectar con él, comprendemos los cambios por los cuales atraviesa nuestro organismo durante el ciclo menstrual, por lo tanto entendemos las necesidades que tiene nuestro cuerpo, más allá de la hora adecuada de dormir y despertarnos.", explica la ginecóloga.

Para comprobarlo, un equipo científico ha constatado ahora que el ciclo menstrual depende de estos ritmos circadianos internos más que de procesos externos. Se trata de la principal conclusión de un estudio que publica la revista Science Advances, para el que se han utilizado datos de los ciclos menstruales de más de 3.000 mujeres europeas y norteamericanas. Los investigadores observaron una débil correlación entre los ciclos ováricos y lunares. 

En este trabajo, el equipo liderado por René Ecochard, de la Universidad de Lyon, refuerza esta última teoría realizando análisis estadísticos epidemiológicos sobre un conjunto de datos antiguos de 26.912 ciclos de 2.303 mujeres europeas y una base de datos más reciente de 4.786 ciclos de 721 mujeres norteamericanas. 

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Así, los investigadores descubrieron la presencia de 'saltos de fase', cuando el reloj interno no consigue mantenerse sincronizado en un punto y se 'autocorrige' saltando bruscamente al siguiente estado estable. Los saltos de fase son indicios de un fenómeno circadiano llamado coordinación relativa.

"Del mismo modo que se necesitan unos días para compensar un desajuste entre la fase circadiana [interna] y la alternancia día-noche después de un viaje intercontinental, pueden ser necesarios varios ciclos para compensar una discrepancia entre el ciclo ovulatorio y un cronómetro interno después de que se hayan producido uno o varios ciclos de duración inusual", explican los autores.

EL PODER DE LA LUNA

Según investigaciones internacionales, el ciclo menstrual coincide, aunque no de manera tajante, con el ciclo de la Luna. Tiene más o menos la misma duración. Tiene cuatro fases y éstas coinciden con las cuatro fases centrales del ciclo lunar.

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La fase menstrual coincide con el comienzo del sangrado, fase preovulatoria o estrogénica, fase ovulatoria y fase premenstrual o fase lútea. O sea, fase de Luna nueva, cuarto creciente, Luna llena y cuarto menguante

Lo que se relaciona con el estudio publicado en la revista Science Advance. Ellos observaron que las mujeres europeas comenzaban a menstruar de manera más frecuente en luna creciente, mientras que las norteamericanas lo hacían en luna llena, una circunstancia que estaría más relacionada con el estilo de vida que con la luna.

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