En la escuela de educación básica Jaramijó, del recinto Puerto Romero, falta agua potable para el consumo de los estudiantes e incluso para luego de sus necesidades biológicas.

El estado de las bancas y las baterías sanitarias preocupan a los padres de familia en esta unidad educativa, ubicada a unos seis kilómetros de la parroquia rural San Carlos, perteneciente al cantón Quevedo, Los Ríos.

A esto se suma que la institución no posee un buen cerramiento, por lo que los padres esperan que sea tomada en cuenta toda esta situación por las respectivas autoridades.

Otra de las escuelas que presenta falencias es la Wilson Gómez, ubicada en el recinto El Toquillal, de la vía a San Carlos por la carretera E-25. El plantel cuenta con 317 estudiantes que llegan de diferentes sectores rurales sorteando obstáculos.

Aquí algunos padres de familia que prefieren no identificarse indican que existen varios problemas como la falta de pizarras, el acondicionamiento de los baños y falta de agua en los servicios sanitarios.

Afirman que han pedido el techado en la cancha de índor para que sus hijos puedan hacer deporte bajo sombra, sin embargo, aseguran que no se han tomado en cuenta sus solicitudes.

Además, el paradero de buses es algo que tampoco se ha arreglado, ya que en días anteriores hubo un accidente de tránsito que dañó este lugar, por lo que esperan que esto sea arreglado lo antes posible.

En la escuela Eduardo Burbano en el recinto Pavón, de la parroquia San Carlos, los padres esperan que la escuela de la zona sea tomada en cuenta.

Aseguran que están gestionando para la pintura interna y externa de la institución, ya que está deteriorada la fachada. Hay 40 alumnos con un profesor unidocente, por lo que esperan al menos otro educador.

Directores de escuelas, quienes indican que no están autorizados para dar declaraciones, concuerdan en que el sector rural está abandonado y que necesitan repotenciar algunas áreas.

Adicionalmente, moradores como Francisca, del recinto La Industria, del cantón Quinsaloma, madre de cuatro niños, viven semanas en que no tienen ni un solo día de trabajo en las plantaciones de cacao locales. Esto la hace pensar al momento de enviar a sus niños a la escuela por los gastos que tiene que realizar diariamente. Le preocupan los uniformes, útiles escolares y la movilización.