Era, para algunos, la carta incómoda de Alianza PAIS. Jorge Glas, señalado por la oposición por una supuesta relación con los casos de corrupción en los sectores estratégicos, fue escogido por el movimiento para completar el binomio presidencial.

Lenín Moreno repitió en varias ocasiones que no fue un compañero ‘impuesto’. Sin embargo, marcó distancias: compartieron pocos eventos de campaña e incluso sacó su imagen de la publicidad. En la campaña de la primera vuelta, Glas pasó casi desapercibido. Recuperó algo de espacio con miras a la votación de la segunda vuelta.

Él se vinculó desde muy temprano con la autodenominada revolución ciudadana, siempre relacionado con los sectores estratégicos. Fue presidente del Fondo de Solidaridad, ministro de Telecomunicaciones y luego coordinador de los Sectores Estratégicos. De allí dio el salto a la Vicepresidencia de la República.

Con él, esa entidad ‘cambió de rostro’: de ser la encargada del área social pasó a ser eminentemente técnica con el manejo de las áreas petrolera, minera, eléctrica y de telecomunicaciones.

Un sector, precisamente, golpeado por los casos de corrupción en la petrolera estatal, Petroecuador y las vinculaciones con la constructora brasileña Odebrecht. Una relación que ha sido desmentida por Glas.