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Quito. Marjorie Huilca trabaja en una tienda de abarrotes, en un negocio emprendido en el último año.EFE

De subsistir en España a emprender en Ecuador

El cambio de vida de los migrantes ecuatorianos tras su retorno al país. Son parte de un programa estatal con la Unión Europea

Un restaurante, una pastelería, una tienda de ropa, un criadero de vacas e incluso una decoradora de automóviles son algunos de los negocios emprendidos en el último año por ecuatorianos a su regreso a Ecuador luego de emigrar a España y enfrentar momentos adversos y situaciones de vulnerabilidad.

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Cada uno de estos emprendimientos guarda tras de sí un paso por España lleno de dificultades que finalizaron al acceder al programa de retorno voluntario, donde el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones del Gobierno español y la Unión Europea (UE) financian proyectos productivos para reinsertarse en sus países de origen.

  • Propuesta. Las solicitudes fueron canalizadas en España a través de la Asociación Rumiñahui, que ya ha logrado que más de 250 ecuatorianos accedan a este programa en los últimos quince años, con el apoyo en territorio ecuatoriano de la Fundación Vista Para Todos..

Así, en el último año han logrado retornar a Ecuador con un negocio propio al menos una decena de ecuatorianos, como José Paucar, un hombre de 69 años que, luego de pasar 22 años con varios trabajos en Valencia, se había quedado prácticamente desamparado al perder la movilidad.

Son personas que necesitan ser apoyadas con suficientes recursos para vivir con dignidad ellos y sus familias.

Vladimir Paspuel,
​presidente de la Asociación Rumiñahui

A través de este programa pudo volver para reencontrarse con su hijo, al que no veía desde que se había marchado, y abrir juntos un restaurante. “Él se fue cuando yo tenía 9 o 10 años, y ahora tengo 32”, cuenta Jairo, el hijo de José, respecto a una ausencia sobre la que “no hay nada que reclamar, solo toca seguir adelante”. “Él ahora es mi hogar conjuntamente con mi hija y mi esposa”, señala Jairo, que se encarga de la cocina, especializada en comida de la Costa, con la que espera recuperar la inversión en unos diez meses para abrir un segundo restaurante.

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También busca empezar de cero Candy Bayas, de 24 años, que volvió a Ecuador tras pasar año y medio en Navarra para acompañar a su hijo pequeño a someterse a un trasplante de médula espinal, pero el tratamiento se complicó, tuvo que quedarse más tiempo y se le agotó la ayuda que le había dado el Ministerio de Salud Pública de Ecuador.

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Quito. Candy Bayas sostiene una prenda de vestir en su local.EFE

“Tuve que dedicarme a limpiar casas y cuidar de personas mayores y niños para sustentar mis gastos”, narra Candy, que vivió momentos “muy duros” junto a su hijo, quien padece una inmunodeficiencia que le hace muy vulnerable a cualquier infección. Su idea era abrir un criadero de cerdos, pero la condición de su hijo lo hacía inviable y optó por una tienda de ropa, en la misma población donde Marjorie Huilca, de 49 años, volvió también de Navarra para abrir una tienda de abarrotes.

Ella, una licenciada en Educación Social, no logró ningún trabajo estable en sus seis meses en España, dedicada también esporádicamente a la limpieza de viviendas. “Es duro conseguir trabajo cuando uno es indocumentado”, admite Marjorie, que se vio forzada a volver al quedar sus dos padres inválidos. Su tienda tiene “de todo un poco”, “es un local pequeño, pero está funcionando”, señala.

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Hace dos meses también volvió a Ecuador para abrir un negocio de impresión de decoraciones para automóviles Viviana Minga, de 29 años, tras pasar medio año entre Madrid y Toledo con su marido e hijo. “Mi esposo consiguió un trabajo de rotulación, y ahí cogió un poco de experiencia. Le gustó el arte y vimos en ello un negocio”, explica Minga, que en España se dedicaba también a la limpieza de casas mientras él hacía repartos a domicilio a través de aplicaciones.

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A su vez, Rocío Silva, de 43 años, pasó de ser cajera y limpiadora en Madrid y Toledo a tener su propia pastelería, gracias a los cursos en línea que llevó durante la pandemia. “Quiero iniciar una nueva vida y no retornar de nuevo a España”, comenta Silva, que es la segunda vez que regresa a Ecuador tras un primer periodo de 12 años en tierras españolas entre 1998 y 2010 y ahora uno nuevo de 5 años.

Y es que el programa de retorno voluntario costea el vuelo de regreso y otorga un bono de 450 euros (491,3 dólares) a cada beneficiario, además de hasta 6.000 euros (unos 6.550 dólares) para emprender su negocio, con la condición de no retornar a España en un periodo mínimo de 3 años.

En todos los casos las solicitudes fueron canalizadas en España a través de la Asociación Rumiñahui, que ya ha logrado que más de 250 ecuatorianos accedan a este programa en los últimos quince años, con el apoyo en territorio ecuatoriano de la Fundación Vista Para Todos.