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El Palacio de Carondelet es la sede del Ejecutivo de Ecuador.RENE FRAGA

Siete principios que no fallan para ser un presidente respetado

Muchas veces la realidad desborda lo imaginado ¿Es posible ganarse el respeto ciudadano y mantener una imagen digna aun sin cumplir con lo ofrecido?

Los ecuatorianos nos caracterizamos por ser inmediatistas. Queremos resultados instantáneos. Así somos con nuestra selección de fútbol, con los estudios de nuestros hijos, con la atención en el mercado y, por supuesto, con los gobernantes que elegimos. Queremos que el presidente cumpla con sus promesas de campaña al día siguiente de ser posesionado. 

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“Él sabía muy bien cómo estaba la economía del país antes de ser presidente”, “¿Para qué aceptó ser candidato, si no tenía un plan para combatir la delincuencia?”, “En lugar de estar viajando, debería preocuparse por los empleos que ofreció”. Son algunas de las expresiones que comúnmente escuchamos. En ciertos aspectos, la ciudadanía tiene razón; especialmente cuando ve a mandatarios de otros países que sí pueden hacerlo. Un ejemplo reciente es Javier Milei, quien al primer día de posesionado cumplió con una de sus principales ofertas de campaña y eliminó de un solo plumazo ocho ministerios. Y al segundo día le dijo a los argentinos cuál es la ruta que va a seguir y cada paso que va a dar.

Cumplir con las promesas de campaña es una tarea ardua, muchas veces la realidad desborda lo imaginado y los mandatarios sin mayor experiencia, los narcisistas, los extremadamente orgullosos, aquellos con poca inteligencia emocional o quienes nunca tuvieron un plan o estrategia, se ven apabullados por los desafíos que la sociedad les pone por delante y, finalmente, terminan incumpliendo con lo prometido y con una pésima reputación.

¿Es posible ganarse el respeto ciudadano y mantener una imagen digna aun sin cumplir con lo ofrecido? Por supuesto que sí. Ejemplos de haber terminado sus mandatos sin cumplir con todo lo que prometieron, pero con una imagen de respeto tenemos varios. Y, aunque no simpaticemos con algunos de ellos, los respetamos.

Para terminar un mandato con respeto hay que seguir ciertos principios:

1. Integridad inclaudicable: Un presidente respetado no claudica en sus principios. Mantener una base ética sólida y tomar decisiones basadas en valores auténticos es fundamental. Aunque las circunstancias cambien, la integridad debe permanecer constante.

2.Comunicación transparente: Ser sincero con la ciudadanía es esencial. Si las promesas se vuelven difíciles de cumplir, un presidente íntegro explicará claramente por qué esto sucede, en lugar de ocultarlo o culpar a otros.

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3.Diálogo y colaboración: Trabajar en conjunto con otros partidos políticos y escuchar a la ciudadanía es crucial. Buscar soluciones compartidas y estar dispuesto a ceder en ciertos puntos demuestra un deseo real de lograr avances, incluso si no se logra todo. Manteniendo siempre la transparencia ante el país.

4.Esfuerzo continuo: A pesar de los obstáculos, un presidente respetado no se rinde ni abandona el barco. Continúa trabajando y luchando incansablemente para alcanzar sus objetivos, incluso si el camino es entorpecido por la oposición o las críticas. Este esfuerzo constante es lo que gana el respeto de la gente.

5.Enfoque en el bien común: Priorizar el interés general sobre el personal es un rasgo distintivo de un líder admirado. Las decisiones deben tomar en cuenta el beneficio de la mayoría, incluso si esto significa renunciar al bienestar individual, de su familia o de sus amistades.

6.Aprender de los errores: Nadie es infalible, y los errores pueden ocurrir. Un presidente respetado asume la responsabilidad de sus acciones y aprende de sus fracasos para evitar repetirlos, en lugar de insistir en la misma fórmula fallida.

7.Mantener contacto con la gente: Realizar visitas a comunidades, escuchar a los ciudadanos y comprender sus necesidades es esencial. Un líder que muestra empatía y preocupación genuina por su pueblo, siempre va a generar respeto y confianza.

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En resumen, ser un presidente respetado va más allá de cumplir con todas las promesas de campaña. Implica mantener una integridad inquebrantable, ser transparente, colaborar con otros, esforzarse constantemente, priorizar el bien común, aprender de los errores y mantener conexión con la gente. Si un presidente demuestra estos atributos, puede ganarse el respeto ciudadano incluso en situaciones en las que no todas las promesas se cumplen. El respeto se basa en la autenticidad, en la no claudicación y en la dedicación para servir al país.

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