Semipeatonalizar las calles del centro, propone la academia

La facultad de Arquitectura de la Universidad de Guayaquil crea un plan para recuperar el área. Propone llenarlo de árboles y piletas que mejoren hasta el clima.

El deseo de recuperar el centro de Guayaquil al punto de que sus habitantes no quieran migrar hacia otros sectores de la ciudad o fuera de ella, motivó a tres docentes y 48 alumnos de la facultad de Arquitectura de la Universidad de Guayaquil a crear un proyecto que apunta a convertirlo no solo en una zona amigable y con vida, sino inclusiva. Con espacios caminables, áreas verdes y estética en su paisaje urbano.

El pasado martes, el equipo visitó EXPRESO para presentar el Plan Maestro de Espacio Público del Centro de Guayaquil, como lo denomina. Este plantea, entre otros cambios, peatonalizar y semipeatonalizar algunos tramos de las calles 9 de Octubre, Clemente Ballén, 10 de Agosto y Pichincha. Uno de los motivos es que conectan con paraderos clave de la metrovía, plazas, parques y edificios institucionales, por lo que a diario se observa una marea de personas caminando. Y no con la comodidad y seguridad que necesitan, puesto que no hay ciclovías ni árboles suficientes que den sombra, como tampoco un sistema de transporte público que se complemente con las plataformas peatonales.

El arquitecto Felipe Espinosa es el tutor de este proyecto, que nació precisamente luego de ver cómo, a causa de lo angostas que son las aceras, los residentes y turistas a veces no tienen por dónde correr en momentos de emergencia (como pasó en el terremoto del 2016, explica); y asegura que los cambios, pese a que apuntan a regular incluso el clima a través de la arborización, se centran en priorizar al peatón.

De hecho el plan (creado en tres versiones, con la misma esencia), sugiere que en las calles citadas se adopte la filosofía 30-70. Esto es, que solo un 30 % del espacio de las vías sea destinado a los vehículos y el 70 % al peatón, porque esa es la proporción de la forma en que la población llega al sector.

En el centro, según el estudio, viven alrededor de 42.000 habitantes, y la población flotante que por allí circula es de un millón de personas al día.

“Son muchísimas. Y por eso precisamente es que debemos centrarnos en ellos, porque son la mayoría. De hecho, si no planteamos peatonalizarlas en su totalidad, es porque se necesitan vías, sobre todo las transversales, para que circulen los buses y, más aún, las ambulancias, los carros de bomberos, de la policía... Allí hay negocios, tanto comercio. Hay que pensar en los incidentes que puedan ocurrir”, sentencia la estudiante de Arquitectura Samantha Falcones, líder de uno de los grupos a cargo de la propuesta.

Para David Coello, guía de otro de los equipos, el hecho de semipeatonalizar la calle 10 de Agosto, por citar un caso, e interconectar el parque La Victoria, el Mercado Central, el parque de las Iguanas y el malecón Simón Bolívar (que allí se levantan) permitirá a la comunidad apropiarse del sector, fortalecer su identidad, así como el turismo y la economía.

“Con la transformación urbana le devolveríamos al transeúnte el espacio público que ha perdido. Él sería el principal beneficiado”, piensa Coello.

Y no solo eso. Por ser Guayaquil una ciudad de clima caliente, cuyo suelo, según análisis, es uno de los más calientes del país, en el Plan se propone instalar además cuerpos de agua, piletas y fuentes que permitan refrescar el ambiente y al peatón; y asimismo sembrar árboles (no palmeras) por doquier.

“Queremos crear cuadros de colores con las especies. Es decir, sembrar acacias (amarillas, rojas) a lo largo de 20 metros; y luego cambiar a jacarandá, ficus o árboles como el bay run, que alcanzan hasta 12 metros de altura y cuya copa es frondosa”, añade la también integrante Natalí Lituma, al hacer hincapié en que estos elementos reducirán la temperatura hasta en cuatro grados.

De igual forma, explica la docente Ivonne Rendón, quien participó como guía, el proyecto contempla eliminar el mobiliario urbano que esté incorrectamente colocado (y que incluso no protege al ciudadano del esmog que generan los autos); y asimismo instalar banquetas (grandes, pequeñas, para niños o adultos y con acceso a los discapacitados), pérgolas, juegos y hasta sitios de recreación y de venta de comida.

Espinosa sostiene que los terrenos de la calle Panamá que, por ejemplo, permanecen vacíos o abandonados, resultan ideales para este objetivo, ya que reactivarían una zona que ha quedado prácticamente en el olvido.

Así, con todos estos cambios, que los ejecutores del plan maestro esperan que sean tomados en cuenta por las autoridades locales, se prevé también incentivar el uso de la metrovía. Ya lo dijo el presidente de la Organización Mundial de Parques Urbanos, Guillermo Peñalosa, quien estuvo de visita en el Puerto Principal este mes: una ciudad es sinónimo de desarrollo no cuando los habitantes tienen más carros, sino cuando la población, indistintamente de su estrato, usa el transporte público.

Al tener todo conectado y al sentirte seguro de caminar en una zona totalmente iluminada y con arte en la calle, otra de las medidas que proponen, detalla Jesús Saavedra, también participante, los usuarios no tendrán reparos de usar la metrovía y llegar a las estaciones que se encuentran en la zona analizada; y que hoy a más de uno, según advierten los mismos usuarios, les generan temor por el entorno.

“El peatón no tendrá más miedo de desplazarse. Y podrá detenerse a observar el panorama: ver y disfrutar. Comprar. No tendrá más la necesidad de andar corriendo. De no disfrutar”, reflexiona.

Datos

Clima

El plan prevé contrarrestar el desplazamiento de la fauna y flora, mediante la incorporación de árboles que ayudan no solo de forma estética, sino proporcionando sombra y atrayendo vientos, lo que crea un microclima agradable para el peatón.

Conexión

Las tres propuestas elaboradas por los alumnos apuntan a revitalizar las plazas históricas del centro, así como los edificios, casas, museos y mercados que representan la historia y las tradiciones de los guayaquileños.

Apoyo

Para la ejecución del plan, que se realiza además en el marco del Bicentenario, se usó el método ‘living lab’, que consiste en dividir en partes el proyecto para desarrollarlo, monitorearlo, ensamblarlo y luego controlar los procesos bajo un mecanismo de laboratorio vivo.

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