La estructura interna, que tenía alrededor de 360 espacios comerciales, se redujo a 268 puestos.

La renovacion del Mercado Central solo deja la fachada

Hay casi un centenar menos de locales. Lo nuevo: pileta, quioscos, bancas antiguas y jardineras. La edificación patrimonial conserva su diseño externo.

Luis Salvador reposa junto a su amigo Alberto sobre una de las 16 nuevas bancas patrimoniales del Mercado Central de Guayaquil. El hombre de 76 años no compra ni vende productos, solo se acercó al lugar por curiosidad, admite. “Es extremo el cambio. Es un contraste completo con la estructura sucia, desordenada e intranquila de antes. Hasta el baño está impecable”, relata.

Llegar hasta ese estado, que costó algo más de $ 2,8 millones, no fue fácil. Alrededor de dos volquetes llenos de roedores muertos fueron retirados del interior de la infraestructura cuando se inició su remodelación en junio de 2018. Hasta el suelo se removió, confirma Carlos Hernández, director municipal de Infraestructura Comunitaria.

“Lo primero que hicimos fue bloquear todos los ductos para evitar la migración de las ratas, luego dos fumigaciones y, después, se procedió a levantar todo. Incluso se trajo tierra nueva para hacer el mejoramiento de suelo”, explica.

Lo que no se movió fue su fachada, debido a que esta es considerada patrimonio cultural. “Solo se la fortaleció”, aclara Gustavo Zúñiga, director de Aseo Cantonal y Mercados del Municipio. Esa declaratoria, según el funcionario, no permitió tampoco que se construyera un parqueo subterráneo, que era parte del diseño original.

Es decir, no se pudo solucionar el problema de la falta de parqueo para los usuarios.

Mientras tanto, la estructura interna, que tenía alrededor de 360 espacios comerciales, se redujo a 268 puestos: 20 de comida, 80 de abastos, 80 de genéricos, 8 de flores, 48 de proteicos y 32 de mariscos.

Los más de 90 comerciantes que no lograron entrar en la nueva infraestructura fueron reubicados en el Mercado Artesanal, situado a 9 cuadras del Mercado Central, asegura Zúñiga. Sin embargo, ‘Hugo’, un comerciante del sitio, quien prefirió la reserva de su nombre, explicó a este Diario que varios de sus excompañeros no están de acuerdo con el cambio porque “allá la venta es baja”.

A otros comerciantes, en cambio, la remodelación los obligó a cambiar el producto que vendían. Jorge Guerra es uno de ellos. Él preparaba batidos, pero ahora solo le permitieron vender frutas. “Ha sido duro el cambio. Obligadamente tuve que cambiarme a venta de frutas, que más o menos se aproxima a lo que antes vendía. De todas maneras, lo importante es trabajar”, explica.

El precio de los locales también fue sorpresivo para quienes laboran en el sitio. Manuel Jumbo, vendedor de abastos, pensó que con la remodelación pagaría más, pero no. “Antes, nuestro local era más grande y la suma del metro cuadrado era mayor, pagábamos como $ 160 trimestral, ahora pagamos como $ 40 por los tres meses. Claro, el espacio es más pequeño, pero como tiene otro diseño nos entra lo mismo”, explica. Cada metro cuadrado cuesta $ 4,24, es decir que el costo de los locales depende de su tamaño. “El valor se ha mantenido”, aclara Zúñiga.

Aunque también sucedió al contrario. Yessenia Guevara tenía un espacio de venta de artículos varios por el que pagaba $ 25 trimestral, ahora, paga $ 53 por un puesto de legumbres. “Creo que eso fue porque yo no tenía un puesto en sí, sino un espacio cerca de la escalera. Ahora se paga más, pero ya es un local”, explica.

Durante el recorrido que hizo EXPRESO por la zona, algunas personas se preocuparon por la insalubridad de los exteriores. “En la noche viene la gente y se orina, seguimos sin ese control”, expresó un transeúnte. Al respecto, Zúñiga indicó que se realiza el control “permanente” con tres cámaras externas, cinco internas y agentes metropolitanos.

Hasta ayer, solo estaban abiertas dos puertas en 6 de Marzo y 10 de Agosto, debido a que continúan los trabajos.

Mañana es la inauguración oficial, reiteró Álex Rendón, supervisor del mercado.

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