Reduccion en las FF. AA.

El ministro de Defensa Nacional declaró que se reducirá en diez mil integrantes el número de las Fuerzas Armadas. Seguramente el funcionario, que ha pasado por los más importantes cargos en el transcurso de la década perversa, habrá asentado su resolución en el examen de las necesidades de la defensa nacional y habrá estipulado que aquella se cubre adecuadamente con solo treinta y cinco mil integrantes, cuando hasta su anuncio formaban parte de los ejércitos de tierra, mar y aire, cuarenta y cinco mil personas, y cuando la amenaza del terrorismo se hace más grave cada vez. Ya ha pasado de Europa a EE. UU. y no es aventurado decir que podría dar su salto asesino a América Latina. Pero el ministro también habrá tomado en cuenta para anunciar la reducción de la cuarta parte de los efectivos militares, la crisis que padece el país, y si así fuera, debería considerarse, especialmente, la reducción de una burocracia obesa que se habría casi duplicado en esta década perversa, sin necesidades auténticas del servicio administrativo, y solo para pagar servicios electorales y contar con una masa de seguidores que se utilizan básicamente para montar concentraciones de respaldo al régimen, tal como se hizo en los peores momentos de la partidocracia, cuyos gobernantes se solazaban con esa presencia de falsa adhesión política.

Se sostiene que el excesivo número de burócratas absorbe un alto porcentaje de los ingresos públicos, gasto inútil que incide severamente en la actual situación de iliquidez que mantiene al Gobierno con deudas cuantiosas en muchos sectores nacionales, que no se pueden pagar ni siquiera con los enormes endeudamientos externos que van llegando al límite permitido por la ley, en cuyo caso la situación fiscal, que incide dramáticamente en nuestra economía global, puede desatar una verdaderamente grave crisis económica de la que no se podría salir sino con enormes sacrificios que afectan más a los pobres y a los asalariados. Por suerte y aunque con un patrimonio territorial mutilado en un cincuenta por ciento, ya no acecha en la frontera el apetito agresor del vecino del sur, mas nada puede garantizar que en cualquier momento no se despierten sus afanes bélicos, para cuyo evento debería estar preparado siempre el país porque como afirmaba el presidente Velasco Ibarra, el derecho debe estar respaldado por una fuerza disuasiva.