Recuperar y revisar los valores
Cuando está por comenzar un segundo semestre de este agitado 2016, todo hace pensar que las convulsiones del período que lo continuará serán igualmente turbulentas y así pareciera haberlo percibido el liderazgo mundial.
En efecto, partiendo del papa Francisco, cuya palabra casi siempre conmueve a los fieles y a los no creyentes, es muy poco común escuchar que la Iglesia no solo debe disculparse con una persona a la que ofendió, sino que debe también disculparse con los pobres, con las mujeres y los niños que han sido explotados en el trabajo, y por bendecir tantas armas.
Admitir el error y solicitar se lo disculpe ya es infrecuente. Destacar las razones reseñando el equívoco, deviene en extraordinario.
Evidentemente, a grupos como los homosexuales, la Iglesia les debe ofrecer disculpas por un comportamiento que viene inspirado desde las Escrituras, donde se establece el pecado de la sodomía, el pecado nefando. Pero obligarse a dar disculpas a los pobres es admitir complicidades de una manera que tiene escasos precedentes. Igual ocurre respecto a las mujeres y a los niños que, sin duda, continúan siendo objeto de explotación laboral en muchas partes del mundo.
Lo de la bendición de las armas es caso aparte. Rompe una tradición que ha permitido la existencia de capellanes castrenses que bendecían la paradoja de que se mate en nombre del mismo Dios, con armas bendecidas por sacerdotes del mismo culto.
A no dudarlo, las palabras del papa Francisco van a generar revuelo, salvo que se decida ignorarlas dada la dificultad de comentarlas sin escándalo.
Por su parte, la conmoción generada por el Brexit ha puesto en alerta a los líderes mundiales, especialmente a los europeos, que han debido admitir que la Unión se ha venido alejando paulatinamente de los viejos valores, sin haberlos reemplazado de manera adecuada en la nueva institucionalidad creada para el fomento del proceso integracionista. En efecto, el sueño de la unión europea ha pasado de noble utopía de la posguerra a simple maquinaria burocrática en Bruselas.
Situaciones como la explosión migratoria han puesto a prueba las antiguas visiones, que ahora sienten las oleadas de refugiados del vecindario, no únicamente como motivo de tensiones económicas sino también como disputa de sus tradiciones.