Hasta lo que se sabe, la mayoría de los “ismos” tienen su “neo”. Neomarxismo, neoliberalismo, neokenesyanismo. Es la nueva versión de lo antiguo. Esto ocurre cuando el modelo debe reinventarse para mantener su relevancia en una coyuntura más moderna a cuando originalmente fue concebida.

Hasta lo que sé, cuando estos “ismos” provienen de una persona, la reinterpretación ocurre cuando el líder ya no está y quienes lo siguen (los discípulos) empiezan a adueñarse del discurso. Una situación similar ocurre con el correísmo. Empecemos por las conclusiones que dejaron estos resultados electorales:

1.Tiene un voto duro del 35%: El voto que obtuvo Luisa en primera vuelta. Este porcentaje se ha mantenido constante en el 2021, y ahora en el 2023. Es un sector de la población que vota por Correa, solo por el hecho de ser Correa.

2. Tiene un voto obtenible hasta el 48%: La diferencia entre la segunda y primera vuelta, nos demuestran que del voto duro a dónde puede crecer es un 13% más.

3. Los 52 puestos en la asamblea, vs. los partidos en los que ahora ha tomado fuerza la oposición, demuestran que es la primera fuerza política del Ecuador. Por más que los otros bloques (de manera muy amplia en general) sean una opción “diferente” a la del correísmo, entre ellos no hay alianza. Así que la unidad de la Revolución Ciudadana pesa más.

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Ahora, enfoquémonos en los resultados presidenciales por un momento. ¿Qué le dice este comportamiento al electorado? Que el correísmo parte con un 35% gracias a Correa, pero no termina de ganar el 50 +1, gracias al mismo Correa.

Las luces que nos da la elección de Daniel Noboa sobre lo que quiere “el país” (o la mayoría) es una política nueva. Un liderazgo diferente, que se comunique (y por lo tanto entienda la realidad) en los mismos términos que ellos. Menos discursos, más pragmatismo. Menos jerarquía. Menos ataques. En otras palabras, menos correísmo en el correísmo.

Es por eso que el movimiento tiene una disyuntiva en el 2025: apostar a la lealtad y valores tradicionales o a la renovación e independencia del candidato del líder (y su discurso).

Si apuestan por el escenario A: nombres sobran. Los de la vieja escuela. Los que militan desde los inicios. Esos que estuvieron en las buenas y malas. Y esperar ganar en primera.

Si apuestan por el escenario B: pocos personajes. Las 'nuevas caras', los más alejados del dogma puro. Evidentemente hay nombres que vienen a la mente como Aquiles Álvarez. Pero para que este escenario funcione Correa debe disminuirse. Alejarse de la que sería la nueva figura central. En otras palabras: dar el apoyo inicial (para el apoyo de las bases) y de ahí pasar la posta tanto en figura como en discurso.

Ahora imaginémonos que estamos en el grupo A: después de 15 años de militancia ¿y aún no llega tu momento? 15 años de militancia ¿y una cara nueva será la protagonista en 2025?

Ante este posible descontento de la militancia, cabría la posibilidad de que las figuras se retiren

Ahora imaginémonos que estamos en el grupo B: Si el partido se enfrasca en escoger a los militantes de cepa, y mantener el discurso tradicional, y como consecuencia siguen perdiendo, ¿Cuánto tiempo más podrían resistir ahí?

Y para complicar aún más el panorama dos elementos tendrían que tomar en consideración sobre cuál de estas formas de ser (el conservador vs. el neo) debe ser su apuesta: la primera, DNA; y la segunda, su actuación.

Politrends es un espacio que explora la actualidad nacional y las tendencias de la mano de una analista política millennial; con un enfoque moderno y actualizado. Ella es Irene Vélez Froment. Estudió en la Universidad Casa Grande y en la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) de Madrid. Es docente universitaria de materias relacionadas a la política. Escribió en EXPRESO por 10 años como columnista y se reincorpora desde el análisis político.

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