Politica: verdades y dudas
La política cuando se hace con formas y objetivos transparentes no es un almanaque de laberintos. Tampoco un juego de acertijos. Peor adivinanzas para escolares. No lo debe ser porque siempre sus hechos, procesos y perspectivas tienen vínculo con la realidad, la historia, las estructuras, fuerzas sociales, intereses, y sobre todo, con lo que el país pide, requiere y necesita. Especialmente en las horas actuales, cuando un realismo ético debe terminar por sepultar el conjunto de prácticas, conductas y modos de ser de políticos, dirigentes y gobernantes que no le han hecho nada bien a la nación. Por eso no se debe jugar a la “gallinita ciega”, las escondidas y otros cuantos juegos que entretienen la lúdica infantil.
El Ecuador no inventado, el que no es producto de canciones, eslóganes, consignas y propaganda, vive un momento de descarnadas realidades: un conjunto de hechos y procesos de corrupción que se ocultaban y que hoy salen a la luz pública. Pero que no emergieron para conocimiento de la ciudadanía por una preocupación e interés de los gobernantes, jueces, fiscales y funcionarios que debieron hacer labor de fiscalización, vigilancia y control.
Las evidencias, pruebas y verdades vinieron desde el exterior. Todo lo que se sabe sobre el caso Odebrecht, el FifaGate y otros, llegaron por un trabajo responsable e interesado que realizaron fiscales y jueces de Estados Unidos, Brasil y otros países. Eso dicen los hechos y esto es hasta aquí lo único cierto.
Por eso siguen las dudas sobre el aporte real que hacen gobernantes, funcionarios y autoridades responsables en el país. Por eso la ciudadanía se pregunta: ¿qué “realmente han hecho” las autoridades y gobernante del país para profundizar, aclarar y llegar al fondo de estos problemas? De ahí que algunos sectores sociales dicen que es tiempo de terminar con la simulación y la apariencia. Es hora de que aporten ellos lo que les toca hacer, por deber y obligación. Esto espera el país y no que se siga simulando y disimulando acciones que se realizan “a posteriori” de lo que aportan fiscales y jueces estadounidenses y brasileños.
Es un clamor ciudadano que fiscal, procurador y gobernante digan qué están dispuestos a hacer en realidad para que los culpables de estos vergonzosos hechos sean verdadera y efectivamente juzgados.