En la política ecuatoriana de este año hay más mentirosos que Jim Carrey, más sinvergüenzas que en ‘El crimen del padre Amaro’, más estafas que el ‘Lobo de Wall Street’ y más ridiculeces que en ‘El país maravilloso de Alicia’.

Nuestra política no es más que una pantomima absurda y barata del quién gana más o quién es el más sabido. En esta competencia los únicos perjudicados somos los ecuatorianos. Vivimos en un mundo en el cual la exvicepresidenta mantiene su cargo público a pesar del escándalo de los diezmos, donde una jueza concede prebendas a un exmilitar narcotraficante, donde los grilletes no son más que juguetes caros pasados de moda.

Wendy N. Zambrano León