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Invitados a comer. Puesta la mesa, se espera que las ‘ánimas’ lleguen a comer. Se colocan los platos preferidos de los difuntos.Joffre Lino / Expreso

En la Península montan la primera ‘mesa de muerto’

La tradición vive en las comunidades costeras de Santa Elena y Manabí

“El mismo sabor que tenía el picante de pescado que hacía mi abuela”, recuerda con nostalgia la septuagenaria Narcisa González, mientras prueba el plato ancestral que se prepara con pescado salado, pequeños trozos de yuca y se lo espolvorea con pimienta picante y va acompañado de arroz con frijoles.

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‘El picante’ fue una de las delicias en la ‘mesa de muerto' que se sirvió el pasado jueves 27 de octubre de 2022 en el barrio 24 de Septiembre, en la población de José Luis Tamayo, también conocida como Muey, en el cantón Salinas. Un plato que se volverá a preparar mañana domingo 30 de octubre en una feria promocional para hacer conocer las tradiciones que tenían los difuntos de este lugar

Al igual que ‘el picante’ de pescado también estuvo ‘la natilla’, un dulce preparado con maíz y clavos de dolor; la torta de camote, el arroz con dulce, el seco de gallina criolla, el consomé de pichón de paloma, entre otros.

Todas estas comidas forman parte de las recetas tradicionales que se preparan para ofrecer a los que ya han fallecido y que tuvieron en estos platos sus alimentos favoritos.

La ‘mesa de muerto’ en las comunas peninsulares se monta el 1 y 2 de noviembre. El primer día es para recordar a los niños y adolescentes fallecidos; y el día dos, a los adultos.

Las familias se reúnen a la hora del alba y en una habitación cerrada imploran la presencia de las almas. “Juan, ven a comer, ya está servido. Allí te dejo el seco de pollo que te gustaba comer. También un plato de picante y los panes”, implora Maura del Pezo al llamar a su hijo Juan Perero.

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Félix Lavayen, director de la Casa de la Cultura en la península, indica que esta tradición data de siglos y según las investigaciones fueron los españoles en la época de la conquista quienes la impusieron. El ente cultural viene trabajando en conjunto con el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) para que la ‘mesa de muerto’ sea considerada como patrimonio cultural.

“El proceso lo empezamos el año anterior y han existido varias reuniones entre los técnicos del INPC y los peninsulares en donde los expertos han constatado la tradición. Estimamos que estamos en la última etapa para que se consiga el propósito”, refiere el directivo cultural.

En el marco de las recordaciones del Día de Muertos, la mañana del jueves se proyectó en el museo Amantes de Sumpa de Santa Elena, el documental ‘Lo llamamos a todos’, realizado por Silvia Álvarez, de la Escuela Politécnica del Litoral (Espol), en donde narran las creencias en torno a este homenaje póstumo y acerca de la preparación de las comidas.

Una de las tantas afirmaciones que los comuneros tienen de la ‘mesa de muerto’ es que cuando la comida que se sirve en la mañana, en horas de la tarde se la prueba y si el plato ha perdido su sabor, entonces se cree que fue saboreado por el difunto.

En la exposición de este domingo 30 de octubre, en Muey, habrá un momento solemne para los fallecidos en la pandemia. “Se los llamará a ellos con oraciones, sabemos que ahora gozan de la presencia de Dios y en la tierra sus familias lo recordarán siempre”, dice Andrés de la Cruz, uno de los coordinadores del evento que se desarrolló en Muey.

Un patrimonio

  • Prehispánico. Según la arqueóloga Karen Stothert (+): “Los habitantes de esta provincia han rendido culto a sus muertos desde la época de la cultura las Vegas, es decir, desde hace 8000 años”.

  • El finado come. Lo que dice la creencia popular: una vez dispuestos los alimentos, se dejan entre abiertas las puertas y ventanas de las casas para que las almas de los seres queridos los visiten por la noche y puedan “alimentarse”.

Día de muertos. En Latinoamérica, el Día de Muertos adquiere una suerte de sincretismo propia de la fusión de las prácticas cristianas con las costumbres prehispánicas. En Ecuador, cada región o pueblo aporta sus particularidades.