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La severa sequía en la Amazonía brasileña
Fotografía de peces muertos por la fuerte sequía que azota la cuenca del Amazonas, en Manaquiri, Amazonas, Brasil.EFE

La severa sequía en la Amazonía brasileña afecta a 633.000 personas y 62 ciudades

El país sudamericano vive una de las peores sequías que se recuerdan en la región y que afecta al río Negro, uno de los afluentes del Amazonas

La severa sequía de enfrenta la Amazonía brasileña, con una disminución del caudal del río Amazonas y sus afluentes a mínimos históricos, afecta ya a 633.000 personas y 62 ciudades, según reportaron el sábado 21 de octubre de 2023 las autoridades locales.

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El boletín diario de la Defensa Civil del estado de Amazonas (norte) indicó que la sequía mantiene a 59 ciudades en situación de emergencia, a una en alerta y otras dos en proceso de normalización, con 151.000 familias afectadas (633.000 personas).

A pesar de la reducción de los focos de incendios, la sequía y la deforestación continúan provocándolos, como el de gran proporción con el que se encontró el equipo de la Agencia EFE en el municipio de Careiro y que obligó el desplazamiento de bomberos para contenerlo.

En medio de una de las peores sequías que se recuerdan en la región, el río Negro, el afluente del Amazonas que baña Manaos -la capital regional- y su puerto, registró esta semana su menor nivel desde que empezó el monitoreo en 1902: 13,5 metros.

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Desde el centro de la ciudad hasta el puerto, solo queda un pequeño riachuelo de lo que fue el río y la estructura flotante está encallada, como constató EFE en el municipio de Manaquiri, en la región metropolitana de Manaos.

En la comunidad de Barro Alto y en la zona conocida como Poção, el olor a pescado podrido es casi insoportable con miles de peces muertos que se mezclan con el lodo y son devorados por los buitres.

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Con los bloques de lodo que se forman, los barqueros tienen que ser hábiles para no quedarse atascados en el barro.

Los residentes dicen que han muerto muchos más peces, pero como ha llovido en los últimos días los animales muertos han desaparecido.

En Paraná do Barroso, donde el rio Negro confluye con el Solimões, un banco de arena ha cerrado el paso a las embarcaciones, con apenas una profundidad de escasos treinta centímetros en algunos tramos.

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El pescador Reginaldo da Silva Gonçalves, de 42 años y residente de la comunidad de Ajará, en Manaquiri, dijo a EFE que "nunca había visto una sequía como esta" y recordó la de 2010, hasta la fecha la más severa en la región.

El número de focos de fuego en lo que va de este año es en un 83 % superior al del mismo período de 2018.

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"Este año ha sido más difícil. Murieron más peces y no teníamos nada que vender. Los compradores ya no vienen y ni siquiera podemos conseguir un pasajero para llevar. Es difícil pasar. El Gobierno federal ha dicho que adelantará dos tramos", lamentó el pescador.

En la comunidad de Bom Intento, el único acceso es un pequeño arroyo que queda del río, pero ni una canoa pequeña puede maniobrar sola y algunas personas cruzan entonces el río caminando por el suelo agrietado durante kilómetros con provisiones hasta sus casas.

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