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Un hombre toca un cuerno de toro durante su interpretación de la danza "Pujllay" durante la entrada de Jesús del Gran Poder, en La Paz (Bolivia).EFE

El poderío de los Andes se hace sentir en la fiesta del Gran Poder boliviano

Un multitudinario festejo convoca en La Paz a los pueblos aimaras

Un derroche de colores y música, junto al sincretismo entre la religiosidad y la tradición andina se vieron el sábado 3 de mayo de 2023 en la fiesta boliviana del Gran Poder, el mayor desfile folclórico de La Paz reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2019.

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La también llamada ‘Fiesta mayor de los Andes’ nació a principios del siglo XX con festejos indígenas en barrios populosos de La Paz y se convirtió en desfile folclórico y masivo allá por 1940.

Las 75 fraternidades que participan en el desfile recorren unos 8 kilómetros bailando diversas danzas bolivianas desde el populoso barrio Garita de Lima, en devoción del Señor Jesús del Gran Poder, patrono de la fiesta.

Los alrededores de la Garita de Lima se convirtieron desde temprano en mercadillos callejeros llenos de comerciantes ambulantes que ofrecían accesorios para dar los últimos toques a las vestimentas de los danzarines y músicos, desde botones, agujetas o bandas elásticas hasta servicios de maquillaje y peinado para las mujeres. El desfile estuvo precedido por un grupo de ‘amautas’ o sabios aimaras que llevaban braseros con incienso e hicieron peticiones de prosperidad a las deidades andinas y al Señor del Gran Poder.

Tras ellos iban dos carrozas que llevaban una pintura y una imagen de Jesús del Gran Poder, flanqueadas por decenas de bailarines y monaguillos, y luego una comitiva de autoridades liderada por el alcalde de La Paz, Iván Arias, junto a representantes de los folcloristas paceños y otros funcionarios municipales. “Hay tres palabras que definen a la fiesta del Gran Poder. Fe, porque partimos de creer que somos finitos, que somos mortales, que hay alguien superior. Devoción, porque nos preparamos todos los días para ser mejor gente, y Esperanza porque pedimos ser cada vez mejores”, dice Arias.

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Tradición. Mujeres aimaras bailan la ‘Morenada’ durante la entrada de Jesús del Gran Poder en La Paz.EFE

La fiesta “no es solo un baile, mueve economía, mueve fe”, destacó el alcalde y recordó que el año pasado solo en el día del desfile la celebración generó un movimiento económico de 50 millones de dólares.

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La fraternidad que ingresó primero fue la ‘Unión de Bordadores’ que interpretó la Diablada, que escenifica la eterna lucha entre el bien y el mal, representados por el arcángel San Miguel y Lucifer. Al pasar frente al templo del Gran Poder, ángeles y diablos se rindieron a los pies de la imagen antes de continuar su camino. La Morenada es la preferida por los aimaras porque les permite exhibir su poder económico en lujosas máscaras, trajes, vestidos y joyas.

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Una de sus figuras es la emblemática chola paceña, la mujer aimara con la larga cabellera recogida en dos trenzas, que luce sus mejores galas en esta festividad, incluido su tradicional bombín de colores oscuros, además de pollera, blusa y manta con tonos encendidos y joyas valiosas.

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Los hombres, llamados “morenos”, lucen pesados trajes bordados con lentejuelas, perlas y cuentas, además de máscaras coronadas con enormes plumas que se mueven de un lado a otro al ritmo del paso lento y acompasado de esta danza. Numerosas fraternidades de Morenadas intercalaron con otras danzas bolivianas como el salay, que se baila haciendo zapateos, o el waka tokori, una sátira de las corridas de toros popularizadas en el altiplano boliviano desde la colonia.

En esta danza, las mujeres visten como lecheras con la particularidad de llevar varias polleras, mientras que los hombres llevan un traje que emula a los toros y también están los kusillos, alegres personajes andinos -igual que arlequines o bufones europeos- que bailan con ágiles piruetas.